"Ya has ido" le dije. Pensó y me dijo, sí, a tres.
Y entonces pensé en esas mujeres que se casaron. S. y C. compañeras de vida y de viajes. Amigas. Estrenadas este último año como madres. Sí, finalmente la pandilla se anima a procrear.
De ambas, con pocas semanas de diferencia escuche la misma frase: "No sabes cuántas veces he pensado en ti" (desde que son madres). Dicen, que aunque siempre supieron de la valentía que suponía mi maternidad, ahora logran dimensionar mejor los esfuerzos que puede haberme supuesto. Y yo las escucho y sonrío, pero al mismo tiempo me dan ganas de llorar. Porque sí, lo volvería hacer sin dudas, que digo dudas, lo volvería a hacer con mas certezas de las que tuve, pero eso no le quita ni un ápice al esfuerzo que me ha supuesto. Que me supone. Y a veces estoy muy cansada. Otras, es que simplemente no tengo oxigeno y me quedo sin aire. Nada que no curen unas horas de sueño y de silencio. Yo, como el ave fénix.
Elegí libre y concientemente, después de pensarlo mucho. Elegí responsablemente, conmigo, con mis circunstancias. Y ese siempre ha sido el argumento más contundente.
Lo que me emociona de la situación, es que me siento más comprendida, ahora. Porque antes, pensaban e imaginaban, y ahora sienten en propia piel. La maternidad redimensiona cosas y obliga a conjugar la revolución emocional que supone, en amor, responsabilidad y trascendencia; con la realidad que impone la gestión de la vida cotidiana, en horarios laborales, derechos laborales, la vida en pareja o la monoparentalidad, los servicios de apoyo a la conciliación, el sistema sanitario, el sistema educativo, las ayudas sociales y pare usted de contar...la gestión del día a día, día si y otro también, con alguien que depende de ti. Es complicado y sin apoyos (y a veces hasta con ellos) requiere de tu calma y tu serenidad.
Cuando parecía que la opción era "sin compañero" yo elegí no embarazarme para ser madre porque aunque imagino un vínculo mágico, no estoy segura de haber podido soportar sola todos los cambios físicos y hormonales que supone un embarazo, el parto, los primeros meses, por muchos apoyos temporales que hubiera tenido.
Pero S. y C. me han hecho recordar unas líneas que escribí tras un par de semanas de convivencia y que hoy rescato en honor a los días duros...porque existen pero como todos, pasan...
Parte de guerra, veinte días después (escrito a dos o tres amigos lo suficientemente cercanos de corazón para entenderme sin entrar en pánico y lo suficientemente lejanos en distancia, como para pensarse lo de presentarse en la puerta de casa)...
...estoy agotada de no estar sola....no me queda nada que
aprender
...H. sabe que puede llorar
con todo lo que represente un "no". Y eso es agotador...sobretodo cuando en seis
de cada diez rabietas, molesta con mis decisiones H. decide repetir en todo agudo y por todo el tiempo que haga falta
la vocal "a", a juegos de diferentes intensidades
"aaaaaaaaaaaa". El otro día estuvo como media hora "taladrándome
el oído" y en este caso sólo pretende demostrar que la que manda es ella y
que, o le hago caso, o va a torturarme. Esto se hace día tras día y
cotidianamente bastante duro. Avanzo en saber regularlas, que para eso estamos aquí, pero a veces creo que moriré en el intento...
...como es tan maravillosa, allí por donde pasa va
repartiendo besos, todos quedan fascinados y la complacen en cuanto pide.
Conclusión: debe pensar que le ha tocado la peor madre del mundo que es la
única que no complace siempre sus deseos.
...acto seguido se va con todos menos conmigo y a mi se me
arruga el corazón. Se que me quiere, pero lo sé y a veces quiero sentirlo.
...todo el mundo quiere conocerla y hemos quedado todos los
días con alguien lo cuál agrava todo lo anterior. Comenzaré un período de
abstinencia porque si no voy/vamos a colapsar.
...hoy la he llevado al pediatra, para la exploración se ha
puesto HISTÉRICA simplemente con que le quitara la ropa. Insisto HISTÉRICA...debía
sentir que la queríamos matar: se revolcaba y retorcía como nunca y no sabéis cuánta fuerza tiene. Éramos cuatro y casi no podemos. Le ha salido hasta
espuma por la boca y los gritos se deben haber oído en la Plaza Mayor. Me ha
arañado todo lo que ha querido e incluso ha intentado por unos minutos morderme
(de haberlo logrado me hubiera arrancado un trozo de carne seguro). Ha sido
horrible, para ella y para mí.
...me han salido unas
ronchas horribles en la cara, brazo y pecho. Fui al medico pero con el tratamiento no han remitido
(y el médico tenía cara de preocupación), hoy me ha dicho que puede ser otra cosa
y me ha mandado otro tratamiento a ver qué tal. Suena horrible y se que costará erradicar lo que sea, así que entre lo que me pican -por suerte a
intervalos- y lo que significan -a nivel de estética- tengo mis fortalezas algo
disminuidas.
...además de toda la gente que quiere ver a H., la otra
mitad de la humanidad y la familia (duplicada en intensidad) quiere "saber
de H." así que me llaman. Ella odia que me llamen al menos la mitad de
las personas porque eso significa que no la miro y entonces siempre se pone
a hablarme-gritarme y si la ignoro le da una rabieta en la que grita más
(desquiciante...)
...le encanta "ir de paseo" pero no le gusta
caminar, con lo cuál hasta ayer, porque a partir de hoy he hecho huelga, quiere
que la cargue!!! Pesa 14 kilos, de allí la huelga.
...ya lo sabía, muchas madres adoptivas hablan de eso,
pero una cosa es saberlo y otra vivirlo. Es evidente que no es mi hija
biológica y por lo tanto cualquier persona se siente en el derecho de preguntar
por tu intimidad: En sólo una semana he tenido que oír "pobrecita"
muchas veces, ¿Qué le pasó a sus padres?, ¿De donde es?, ¿Hace cuanto que está
aquí?, ¿Te habrá costado mucho?... y esta partecita no hace más que
empezar...
Creo que no tengo nada más de lo que quejarme...de resto
sigo convencida de estar en el lugar correcto. Cuando inicie este proceso mi
vida cambió y yo comencé a irradiar felicidad, era una apuesta arriesgada pero
la necesitaba.
Hoy, muchos años después, con muchos partes de guerra a cuesta, con ella, con la sociedad, con los horarios laborales y la tan cacareada conciliación, sigo afirmando que tomé la decisión correcta.
Nadie dijo que sería fácil, yo tampoco pude imaginar cuánto iba a ser de mejor.
H., gracias por hacerme vivir, en los días buenos y en los malos. Y gracias también, por enseñarme a aprender, en los días malos, porque a todos ellos siguió un día que fue mejor.
Y gracias S. y C. porque siempre he sabido que estabais allí.
Un abrazo fuerte para tí, solo para tí... nuestras hijas andan, a estas alturas, rebosantes de besos, abrazos, cuidados y empatía... sin embargo las madres (y padres)...
ResponderEliminarItsaso
Sí, andamos necesitados, a dias más y a días menos, pero los abrazos siempre son bienvenido. Gracias!!!
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