lunes, 26 de septiembre de 2016

TIC TAC

Hace unos días comenzó el otoño...

Tres estaciones sin escribir.

Casi a diario he tenido la sensación, la idea, de escribir sobre algo: una conversación con la bella etíope, una imagen, el eco de una canción, una rabia inoportuna, una mirada que te golpea, un lugar en el mapa que te ilusiona...pero finalmente no tuvieron la suficiente fuerza y allí se quedaron adormecidas, mientras a mi me costaba respirar.

Tres estaciones para asumir que hay algo que no me gusta en todo esto que llamamos vida a pesar de todas las cosas buenas que tengo, disfruto y valoro, en la vida que me ha tocado o me he construido. Esa vida que tiene etapas y ésta claramente es una de inflexión. Y, tras sentir a lo largo de los meses muchas cosas, tras reencontrarme, aquí estoy otra vez, pensando en lo vivido. 



En este INVIERNO...frío por dentro y por fuera. En invierno, dejé el despacho en el que había trabajado por quince años. No he cambiado de trabajo sino de lugar de trabajo. Me fui a otro sitio para hacer lo mismo y en ese acto se rompieron algunas cosas importantes. La nostalgia de otros momentos en los que tuvimos más ilusión por lo que hacíamos, en los que eramos más inocentes y queríamos cambiar el mundo (nuestro mundo)...desfilaron en ese "hacer limpieza" los rostros de mucha gente, las sensaciones de muchos lugares y la tibieza de muchas presencias valiosas pero perdidas. Y se rompió una de mis certezas, la solidez de una presencia colectiva que hasta ese momento había sido una fortaleza inexpugnable. Ahora, en un lugar más intimo, tan luminoso como aquel que dejamos, calentito en invierno, que hemos hecho nuestro antes de que nos obligaran a que fuera de otros, vamos haciendo lo mejor que podemos y nos dejan, tratando de centrarnos en lo importante, aunque a veces nos cueste verlo en medio de tanto ruido. 

...y el invierno pasó sin hacer otros estragos y dio paso a LA PRIMAVERA. Y con el duelo elaborado, dejé atrás las tristezas de la ausencia. Esa que se había extendido de una forma sutil por buena parte de mi ser y no quedó otra, sincronías vitales de por medio, que darle una oportunidad a las cosas que brotaron entonces, intentando quedarnos con la parte bonita, esa en la que todo esta por hacer.  Con un eco mediático que nos ayudó a pensar y crecer sin aburrirnos. Refugiados a la vista. Una bocanada de aire fresco. Todo por hacer y yo formaba parte de ese proceso. Construimos la alianza que ha firmado la paz o que al menos marcó una tregua en otras batallas laborales y le dio ilusión


Para entonces, la vida estaba en otros lugares. Nos regalamos el primer viaje sanador. Cruzamos fronteras que falta nos hacia y volvimos bien. Mejor. Con ganas. Volvimos a escuchar música. Decidimos dejar de forzar las cosas. Y aunque el "afuera" en tristezas se había apaciguado. Tuvimos que volver la mirada dentro para acompañar el proceso externo.


El VERANO... lo trajo, nos regalamos vínculos certeros, exploramos nuevos vínculos Un tiempo de asumir las cosas que fuimos viviendo y perdiendo en el camino, para elegir que todo lo que fue, valió la pena, aunque quizás ahora no sea (locuras incluidas). Y es que hay cosas que no son, aunque fueron. Y otras que pudiendo ser, no me apetece que sean....pero todas nos han enseñado a reconocernos en el sentir, sabernos en la capacidad de hacer, de rehacer. Respirar y seguir. 


Y estás aquí OTOÑO, con todo lo que me gustas y enamoras y yo sé que te recibo mejor, serena, consciente y me parece que no es poco a juzgar de donde venimos.


 Nos vemos, en este espejo...