sábado, 14 de marzo de 2015

VICTIMAS INVISIBLES

Se llama S. y no ha cumplido los tres años...

Esta semana ha venido otra vez a la oficina acompañando a su madre. La primera vez que la vi, intenté cogerla en brazos para llevarla a pintar en la mesa de al lado, mi mesa, dado que estaba impidiendo la entrevista que mi compañera debía tener con su madre. Antes de terminar de alzarla, ya se había girado para morderme. Y es que S. es como el Demonio de Tasmania. Un torbellino que crea el caos allá por donde pasa. Allá donde decide imponer su orden, su necesidad.

Yo, aparte de esquivar el mordisco y reírme, pensé. Qué maravilla!...es fuerte. Podrá con todo. Y es que en su caso, todo, no es poco.

Desde aquel día hace unos meses, hasta esta última vez, ha venido muchas veces...pero durante la última visita, estaba radiante. Radiante de bella, que lo ha sido siempre. Radiante de risueña, que lo es con frecuencia. Radiante de conversadora y simpática que lo es raras veces. Casi siempre nuestras normas, nuestros límites, no son de su agrado. Pero hace días, con esa sonrisa y esa mirada profunda que sólo tienen los ojos del África subsahariana, nos miraba y hablaba emocionada, con una alegría que cautivaba, ¿Cuál sería el motivo?

Y esa belleza de siempre, esa alegría y ternura de la última conversación con ella, han acompañado esta semana mi memoria visual y auditiva, mi memoria emocional haciendo contraste con otra historia, que ahora es otra pero que podría ser la de ella misma en unos años. 

Una historia diferente de las tristes muy tristes, de las mas oscuras, de las que te desarman. Y yo que la veo no he dejado de preguntarme esta semana como protegerla de ese horror.

A D. la protagonista de la otra historia la he conocido hace diez días. Llega como si nada pasara a su alrededor, como si solo existiera el trozo de conversación que ella quiere mantener conmigo y no el resto de las cosas que yo necesito saber y entender de ella. Avanzamos muy despacio para que me cuente todo lo que yo ya se porque otros me lo han contado, preguntándome una y otra vez como lograr, que me cuente lo que no sé, sino imagino. No el hecho en sí, sino los entresijos. Para preguntarme después, de qué me valdría a mi saberlo para ayudarla. Si realmente hay una ayuda efectiva y eficaz que sea posible en medio de un tema tan complejo.

La trata de seres humanos es un delito perseguido y castigado por el Código Penal Español. Un delito en el que hay que perseguir al tratante, que es un delincuente y proteger a la víctima.

En Europa son 500.000. En todo el mundo, casi tres millones las personas sometidas a trata y tráfico. Cerca de la mitad son menores de edad. En cifras económicas, que es como a veces se miran y miden las más sucias tragedias humanas, se trata del segundo negocio clandestino del mundo en beneficios, después del tráfico de armas y por delante del tráfico de drogas.




Según datos de Naciones Unidas, las dos terceras partes del las víctimas de trata detectadas en el mundo, son mujeres. Esta tendencia también se aprecia en Europa, donde el 70% de las víctimas detectadas lo son.

El 79% de las personas víctimas de trata lo son con fines de explotación sexual. Las desigualdades de género, la feminización de la pobreza y los flujos migratorios se encuentran enraizados con el origen del problema.

En España, es un problema que no se quiere ver y con el que hay una enorme tolerancia dejando en evidencia la falta de cifras fiables, la escasa coordinación policial nacional e internacional y la permisividad social hacia determinadas conductas relacionadas con el comercio sexual. 

Y entonces, escucho a D. en las palabras que no dice y veo a S. con su sonrisa fresca y amplia y pienso en toda la vida que cabe en medio, en a buena o mala vida, y en las responsabilidades que todos tenemos en medio.


http://www.redcontralatrata.org/
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/01/21/actualidad/1390311478_789233.html
http://pazydesarrollo.org/pdf/guia_trata_sexual_pyd.pdf

domingo, 1 de marzo de 2015

EMOCIONARIO Capitulo II

Yo pensaba que había empezado el año con menos fuerza que otras veces. Las navidades no habían sido reparadoras, como suelen serlo, sino más bien, lo contrario. 

Pero ayer acabó Febrero, y ha sido agotador..

Emocionario es un libro que recomendé hace algún tiempo, al igual que todos los de esta editorial. Ahora lo retomo porque tengo la sensación de haber sentido tanto este mes, tanto y de tan distintos modos...que he querido buscar una guía que me ayudara a deshacer esta confusa mezcla.

En el vaivén que supone siempre el sentir, mi corazón este mes ha estado monopolizado por cuatro grandes corazonadas.... 

Las incómodas (la ira, la irritación, el desaliento...) al ver la ruina en la que se ha convertido el país que me vio nacer, ese país que recuerdo ya lejano, lleno de virtudes y preso de sus defectos. Ese país vivido, añorado, leído y releído estos días a través de los relatos que otros tejen y destejen desde las celdas donde se encuentran o desde el exilio a donde han ido a parar sin pretenderlo, siempre condenados, siempre sin haber cometido delito alguno.


Las urgentes (el asombro, la irritación, la vergüenza y la decepción) contemplando los métodos pedagógicos de la profesora que a H. le ha tocado en este curso. Una mujer que no sólo es vaga que ya está mal, sino que se permite a estas alturas del cuento utilizar el castigo físico con sus alumnos. Hasta aquí hemos llegado...Y lo que supone el decir Basta Ya!!!...y movilizar, organizar, razonar, llevar a la acción esas sensaciones de frustración e impotencia frente al que acuna al mediocre y teme a las voces disidentes. He hablado más por teléfono (que me gusta más bien poco) en este mes que en el último semestre. He hecho, estoy haciendo, un ejercicio de templanza que contiene mi indignación y mi rabia cuando lo que quiero es gritar a todos esos cómplices del miedo, de la mediocridad, del dejar estar,....No hemos terminado aún esta batalla pero veo que damos pasos, que avanzamos para que las cosas se reconduzcan y ningún niño pague las consecuencias.

Las que se anuncian venideras (la inseguridad,  la confusión, el orgullo, la ternura) con una preadolescente en casa que me iguala y supera en intensidad. Que aunque nunca lo ha sido, ya es menos dócil, ya reclama espacios y derechos a menudo sin haber cumplido con los deberes. No, ya los académicos, sino todos en general. Una preadolescente que me pilla agotada de otras luchas y quizás sin la serenidad necesaria para hacer frente a sus demandas. Una preadolescente que, en su línea, la de todos, cree que el mundo le debe lo que no tiene, pero no siempre está dispuesta al trabajo duro y al esfuerzo para conseguirlo. Han sido días duros pero parece estar reconducido. Después de muchas pruebas, finalmente parece que encontré la tecla para desactivar la bomba antes de que nos explotara en las manos. Entonces llega la paz, la miro,  y huidas ya su tensión y la mía, me reafirmo en que tanta intensidad solo es posible desde la "tanta" importancia que tenemos la una para la otra.

Y las mejores (la ternura, el amor, la alegría). Hace veinte días nacieron de un vientre de alquiler, N. y A. las hijas del más especial de mis compañeros de vida. Su paternidad es una muestra más de su valentía. Acompañando todo su proceso he estado, planteándome junto a él y su pareja la enorme, inmensa, inconmensurable complejidad emocional y ética de esta decisión en el marco de su estrecho margen de maniobra. Ver las fotos de las recién llegadas, en medio de las tormentas que vivía desde aquí, ha sido un bálsamo que he agradecido cada noche al irme a dormir. Pensar en todo lo que hemos tenido que andar juntos y separados para llegar a materializar ese momento me hacia tener la serenidad necesaria para creer que las emociones anteriores también se transformarían.


Y en ello hemos estado, emocionandonos... a mares.