viernes, 27 de septiembre de 2013

A BOCAJARRO

En esta semana nos acongoja esta noticia.

Y yo la he seguido, pensándola mucho, sabiendo lo que me esperaba.

He descartado la TV y la he seguido en prensa para tener más tiempo de pensar en la respuesta. Cinco días ha tardado.

Dice H. 

 "Te quiero decir algo pero me da vergüenza..." "Quiero decirte que te quiero"

Y un milisegundo después añade:  

"Mamá, si los abuelos me dan dinero ¿tu me vas a matar?...Es que sabes que ha pasado...unos padres han matado a su hija de China"

Mamá,...si hubiera nacido en su barriga ¿ también la hubieran matado?


Respiro profundo. Pienso en las ideas sencillas y seguras que debo aportarle. Quisiera saber si me equivoco. Aprendo desde la necesidad, pero a veces estoy aturdida por ella.

Fuente: quiero saber de donde le ha llegado la información. 

"Me lo ha contado L."... una compañerita del cole que parece que se ha leído la prensa!!!. Tienen 8 años, que rabia siento por cada cosa que les hace perder la inocencia

Primera idea. La presunción de inocencia.  Esa es una de las hipótesis que está investigando la policía. No saben si han sido sus padres pero son sospechosos. Reconozco que me cuesta creer en esa inocencia según están las cosas, pero la concederé hasta el final.

Segunda idea. Por ser adoptada, no es diferente la valoración de lo que sucedido. Si eso es verdad, seguramente habrían hecho lo mismo aunque el hijo hubiera nacido en su barriga. Esto no tiene que ver con lo que ha hecho (o con lo que es) la niña (y mucho menos con su condición de adoptada) sino con que esos padres están enfermos o son malos. Muy malos.

Tercera idea. Empatía. En el mundo hay gente mala pero también gente buena, gente que ahora está triste por lo que ha pasado, que están intentando descubrir la verdad para que si esos padres han hecho eso, lo paguen y vayan a la cárcel. Por eso, cuando escucho la noticia, me pongo triste y me preocupo. ¿Estas triste y preocupada con la noticia, verdad? No me extraña, yo también lo estoy.

Cuarta idea. Acompañamiento. Que bueno que lo hemos hablado. Me gusta que cuando algo te preocupa me lo cuentas. Yo también he estado pensando en lo que decían las noticias y estaba esperando para entender un poco que había pasado de verdad y así explicártelo mejor. Ahora esperaremos juntas.


Quinta idea. Incondicionalidad y bondades del Amor. Sabes qué, yo también te quiero, te quiero más que a mi vida. Y no me da vergüenza decírtelo porque es lo mejor que tengo. Me hace feliz saber que me quieres. Gracias por vencer a la vergüenza.

La abrazo. Respiro hondo. Siento y respondo como mejor puedo, a esa pregunta a bocajarro, en este primer día de otoño, lleno de viento y de lluvia. 

Llenas de muerte y de amor.




domingo, 22 de septiembre de 2013

LOGROS

En unos días finalizará la jornada laboral continua que hago durante los meses de verano. En unos días, no sé cuantos, comenzará a refrescar el tiempo. Mucho tardó en llegar el sol y el calor, pero también mucho se está quedando. Hemos iniciado el curso escolar. Los amigos ya hablan de ir a la Sierra a recoger castañas.  En unas horas celebraremos el equinoccio de otoño en este lado del mundo. Hemos regresado esta semana de las vacaciones tardías. Sí, cambia, todo cambia.

Quizás por esa serie de cambios regulares yo hago mi particular recuento de logros veraniegos.

No ha sido el más intenso, ni el más disfrutado de mis veranos pero con haberlo sobrevivido con bienestar, nos damos por satisfechos. Importante ese ejercicio de darse cuenta de las cosas que se tienen y no sólo de aquellas que están ausentes.

Me quedo con dos.

Primero, he vuelto a disfrutar de la cotidianidad de los días con mis padres. Y sigue siendo tan significativo para mi. Al hacerlo vivo dos procesos, les hago participes de mi mundo, de las cosas y las gentes que me acompañan, que me alimentan, les muestro mi vida, una vida que tiene mucho de lo que ellos posibilitaron. Intento devolverles la tranquilidad de mi bienestar, a ellos; que tanto han tenido que padecer mi lejanía física. Y, al hacerlo, también me descubro en ellos, reconozco cuantas cosas en mi les pertecen en origen. El gusto por el hogar, la bienvenida a los amigos, las madrugadas para salir a vivir, el irnos pronto a la cama, el amor por la naturaleza y las cosas sencillas...veo mi huella genética y me provoca ternura. Algunas cosas hacen incierto el futuro de los siguientes encuentros y, cada uno a su manera, busca formulas emocionales para garantizarlos. Cuando los planes de verse otra vez son inciertos, ayuda hacer promesas, porque hay que mantener viva la llama de la esperanza. 

Segundo, le hemos ganado la batalla a los problemas de Matemáticas. H. terminó el curso escolar con la certeza (ella siempre es una mujer de certezas) de que ella, para los problemas, no servía. Y, cierto era, porque ni siquiera lo intentaba. Simplemente veía el enunciado y lo siguiente era echar a cara o cruz la respuesta. Tras los primeros fracasos en el razonamiento asumió (decidió) que eso no era para ella y se rindió. Vivimos de las rentas del primer trimestre y así aprobamos Mates pero por los pelos. Esto tenía mal pronóstico. Y digo tenía porque a fuerza de practicar problemas, acompañarla en el razonamiento, resolver adecuadamente los primeros y REFORZAR hasta la saciedad esos logros, ahora ya sabe que puede. 

Y el reforzar va en mayúsculas porque he ido un paso más allá de lo habitual. 

Como su discurso era tan intensamente negativo, a medida que hemos ido teniendo éxito la he obligado a mirarse en el espejo y cambiar su "NUNCA resuelvo bien un problema" por un "A VECES, CUANDO LO PIENSO DESPACIO, sé resolver problemas". Y luego pasamos al MUCHAS VECES... para terminar con "cuando hay un problema, lo pienso, estoy atenta a los detalles y lo resuelvo". Delante del espejo, una, dos, tres veces...las que hicieran falta hasta sacarle una sonrisa. Hemos pasado del 2% resuelto con éxito -por azar-, a más del 90%. Simplemente se dio la oportunidad. Bueno más bien le obligué a dársela. Lo he hecho en tono jovial, exagerando mi emoción, teatralizando la alegría del logro pero he sido absolutamente firme en algo. Tenía que decírselo a sí misma ante el espejo, mirándose. Y he logrado, hemos logrado, que se lo crea.

Qué bien!!.

Y son dos hechos pequeños, a veces obvios para quien los mira sin detenerse en ellos, pero son muy significativos, hablan de la vida que tenemos y tendremos y sobretodo hablan de la esperanza. Y sin esperanza (y el trabajo que supone construirla), es imposible avanzar.

Avanzamos sí, sin prisa y sin pausa.




jueves, 12 de septiembre de 2013

ESTAR DE VACACIONES...

Que bien se vive cuando tienes vacaciones. Una obviedad. O no.

Hasta este año, mis vacaciones siempre requerían no sólo de un cese de actividad, sino también de un cambio de paisaje. Desde que tengo memoria (y sueldos). Tener tiempo ha sido siempre, tener viajes. Irnos del paisaje cotidiano para reencontrar otros, para que entonces, realmente, con el cambio de escenario, la vida fuera otra.

Este año por diversas circunstancias no ha podido ser y buena parte de este período vacacional que aún disfruto (siempre me han gustado las vacaciones a destiempo), las tengo manteniéndonos en nuestra casa, en nuestra ciudad, sin hacer cosas especialmente diferentes salvo disfrutar del buen tiempo, que no nos acompaña siempre. Y ha estado bien.

Esta semana H. ya ha empezado sus clases. Sus rutinas cotidianas son aquellas que más nos ocupan el día a día, levantarse, ir al cole, comer, descansar-jugar, hacer deberes (sí señores sí, ya hemos empezado), jugar, ducharse, cenar y a la cama...A mi alrededor ya todos trabajan porque a finales de agosto se vuelve. Se vuelve, cuando yo he elegido irme.

Esta semana, estar de vacaciones ha resultado peculiar porque me permite ver lo que sería de mi vida, si yo no trabajara o no lo hiciera en todo el horario que lo hago. Me permite ver lo que me pierdo casi todo el año, sin querer decir, ni mucho menos, que quisiera que así fuera siempre. Necesito y quiero trabajar para otras cosas. Sin embargo al hacerlo me pierdo...

...dormir siete horas que es lo que recomiendan los médicos para garantizar un buen reposo. Duermo 5-6 y puedo funcionar bien (de hecho es de allí de donde estiramos el tiempo)...pero se nota la diferencia no al comienzo del día, sino al final. Al final del día cuando necesitas soltar el lastre que te acompaña siempre. Acurrucarte al lado de los amados o de los soñados y desconectar.

...acompañar a H. al cole a la hora en que entran la mayor parte o, incluso ahora, el resto de niños de su clase. Ahora hablo con las madres de los amigos de mi hija, saludo a sus hijos, bromeo con ellos. Preparo el futuro.

...Me pierdo el cocinar como me gusta, con ilusión, a fuego lento, comprando al día y sin prisas en las tiendas pequeñas, las del barrio. Y con ello sorprender a mi hija que agradecida me dice: Tu comida es más rica!. A poco que le ponga ya lo logro pero aún así ella debe quedarse en el comedor un día y el resto hacemos malabares para comer recién hecho y calentito.

...Lamento no tener la posibilidad de hacer las gestiones que todos necesitamos hacer (...y menos mal que existe Internet) sin pedir permiso en el trabajo.

...Me perido el cuidar mi hogar, ...pintar las gastadas paredes, limpiar las ventanas, cultivar plantas, arreglar el DVD, quedar con el fontanero, se convierten en las últimas prioridades en un día cargado de necesidades mas urgentes.

...Descarto el pasear por la ciudad, al menos hacerlo a destiempo (y por lo tanto con menos gente) que es como lo prefiero...

...Me pierdo la oportunidad de leer porque en otros momentos el casancio me puede.



...el hacer las cosas cuando quiero y sin mirar el reloj constantemente, el de pulsera o el interno.

...el ir a recoger a mi hija al cole cuando sale y pasar la tarde con ella jugando, supervisando su trabajo académico, educandola que para eso soy su madre

Lamento que H. sea la mayor víctima, no de mi falta de vacaciones, sino de la falta de sincronía entre su carga horaria y la mía (ella va 25 horas al cole y yo 35 a la oficina). Haz malabares para ocupar esas días, más los lleva y trae. Sin pareja/ sin abuelos/ sin familia al alcance de tu mano.

Miro esta vida con nostalgia y al mismo tiempo soy consciente de que mi realidad no es mala. Tengo amigos que valen tanto como una familia (y la vida me dan), tengo un trabajo que no sólo me aporta un sueldo digno sino que me gusta en lo humano y en lo profesional que allí comparto, tengo medidas de conciliación y flexibilidad que, a pesar de mi queja, me hacen la vida más fácil y tengo (tenemos) también salud...

Pienso en quienes no tienen nada de esto. En mis fortunas y mis ausencias, en las de todos los días del año, y en las de estos días...



Mañana acaban estos días de descanso. Como ya decía ayer: el futuro nos espera.


lunes, 9 de septiembre de 2013

VALENTÍA



Mi amiga A. tiene  muchas ganas de ser madre. Las tiene desde hace años, pero no se anima y el tiempo corre en su contra. Se plantea mil dudas de logística, educación, sustento,... Quiere hacerlo bien y no sabe si podrá ¿Quién lo sabe con certeza? me pregunto. En muchos casos, es más fácil saber que no puedes, y entonces desistir; que tener la certeza de que podrás, y sólo entonces, asumirla. Esto último creo incluso que es un imposible.




Muchos de sus "peros" han sido míos. Le insisto en que yo no lo he tenido más fácil de lo que ella lo tiene, pero me dice que la diferencia, es que yo soy muy valiente.



Y es verdad, lo soy, no sólo por eso (y menos mal).




Soy valiente, sí; y muchas veces, y en esa misma línea, un paso más adelante, soy, en ocasiones, hasta imprudente.



Cuando decidí seguir adelante con mi maternidad, no lo hice desde mi valentía sino desde mi compromiso conmigo misma y con mi deseo. Valiente sí, egoista también. Me concedí la confianza de intentarlo, aunque no sabía si lo haría bien. No lo sé ni ahora. Decidí, no hacerlo bien, que de eso no podía dar garantías, sino hacerlo lo mejor posible, resolviendo el día a día. 



Creo que no me ha ido mal, creo que nos ha ido bien, pero mis méritos son sólo a medias porque la otra mitad le corresponden a H. Sin embargo, antes de ser madre tú no sabes quién será tu hijo, si te lo pondrá fácil o difícil.



Me pregunto si las madres y padres que deciden serlo, son valientes. Eso suponiendo que sea planificado. Si realmente son capaces de dimensionar todo el valor que hace falta para asumir el reto de dar vida (o aceptar la vida de quien ya la tiene) y hacerla propia, y hacerlo bien. Asumir el reto diario y cotidiano de ir resolviendo, pocos o muchos problemas y  dificultades, desde la más contundente hasta la más simple. 



La respuesta es que creo que no. Al menos no, en la mayoría de los casos, (tan poca fe tengo en los adultos). Por lo menos, no en los primerizos, como es el caso. Por eso a veces se trata de asumir ciertos riesgos y comprometerse. Sabiendo que fácil no es, pero posible, sí. Y vale la pena. 



Y esta es mi certeza pero tampoco se trata de imponerla a otros. Creo que las decisiones tan contundentes, tan para toda la vida, son responsabilidad de quienes sufrirán o celebrarán sus consecuencias. 



Yo pensaba cuando ponderaba qué hacer en mí caso, que no sólo hay una forma correcta de cuidar y educar (salvando unos mínimos). Basta mirar alrededor para observar la diversidad en el ejercicio de la maternidad/paternidad. Unos, a nuestros ojos, lo hacen mejor; otros, peor, incluso fatal. Y, sin embargo, sus hijos van saliendo adelante, a veces mal pero, lo sorprendente, es que a veces, bastante bien. 



Yo estoy lejos de pensar que el amor puede con todo y que bastará con desearles y amarles para que las cosas fluyan. Lejos no, estoy muy lejos. Creo que hacen falta herramientas y criterios de todo tipo: educativos, emocionales, logísticos, económicos,... pero creo que en la mayoría de los casos, se adquieren en base a las necesidades y compromisos que se tienen y se van detectando. Porque es largo el camino de convertirse en familia. 



http://www.mamaeslaleche.com/

Pienso que ninguno ha nacido aprendido. Que por muy mal que lo hagamos siempre podemos hacerlo mejor si nos comprometemos con ello. Que un hijo deseado (bien deseado) es la evidencia de un amor incondicional y eso sí que es una gasolina potente para crecer como padres, con esfuerzo es verdad pero, al mismo tiempo, con mucha satisfacción.





martes, 3 de septiembre de 2013

DEL LLANTO AL CONSUELO

H. y yo habitualmente vivimos solas. Compartimos y negociamos nuestro espacio, nuestro tiempo. Lo compartido y lo concedido. No ha sido fácil encontrar la medida en la que ambas nos sentimos cómodas. Ni siquiera afirmo que sea algo estable. Es algo en lo que ya conocemos nuestro margen de maniobra. A veces, ese equilibrio de márgenes conocidos recibe visitas y no siempre resulta fácil adaptarse a los cambios.

En estos días nos visitan los abuelos. Veo a mis padres dos veces al año, todo el tiempo que puedo en esos dos períodos, un tiempo que siempre me sabe a poco. Sé que es lo que elegí. Irme lejos de casa y eso ha tenido muchas ganancias. No por alejarme del lugar en el que estaba (y en el que era feliz) sino porque las posibilidades de esa felicidad eran muchas más, estaban en muchas otras cosas. Lo sé, incluso lo celebro. Otra cosa, es el precio.

El precio tiene que ver con el tiempo, que pasa. Les echo de menos. Sí, mucho, por eso disfruto tanto de sus visitas. Y les dedico tiempo y les cuido y una parte de mi atención hacia H. se distrae en ellos. Ella lo lleva fatal.

A H. le cuesta compartir mi atención y creo que hace esfuerzos importantes por llevarlo bien, cada día mejor, durante períodos cortos. Sin embargo, compartir todo el tiempo, convivir día tras día con dos personas que le restan mi atención, es una prueba de hierro. Y le está costando.

En estos días H. está irritable, frágil emocionalmente y con una frecuencia inusual llora por las cosas más nimias. Llora sintiéndose desatendida, cuestionada, abandonada frente a otros y es que H. es así de intensa. O estás conmigo o estás contra mi.

 Y así, llorando, la he dejado un par de veces.  Voy un ratito después a consolarla y acompañarla en el camino de regreso. Porque H. se va llorando y corriendo -emocionalmente hablando- y luego,... sigue llorando, porque aunque quiere, no sabe volver.

Cuando H. llegó a mi vida tenía pocas rabietas pero las que tuvo fueron intensas. Al principio, yo sin querer, las alimentaba, esperando una calma que ella no sabía conseguir sola. Todo, hasta que descubrí que sólo se calmaba cuando yo iba a su lado y la consolaba. Ella rápidamente había elaborado la situación y la entendía, pero no sabía "recomponerla". Empezaba llorando por una cosa y, lista como es, la podía resolver, entender, manejar emocionalmente con éxito, pero luego lloraba por haberse perdido, ya que no sabía volver. 

Cuando unos minutos después acudo a buscarla, me recibe llorando pero el motivo ya es otro. Siempre me cuenta que está "perdida", que reconoce sus fallos y no sabe cómo remediarlos. No pasa nada, le dijo. Ya lo tienes claro, eres una chica lista. Eso es una alegría. Mamá te acompañará. Podemos regresar juntas. Y siempre pasa que esa certeza, trae la calma.

Creo que el que los niños lloren es inevitable. Que no nos complazcan en todo, suele generar malestar y no está mal sentirlo y aprender a manejarlo. No está mal que a veces se frustren nuestros deseos y lloremos de rabia. Sin embargo, ningún niño debe llorar indefinidamente. No deben llorar de más y, al "más" se llega rápido. Los niños necesitan consuelo y éste debe llegar más temprano que tarde. Debe siempre llegar pronto. 

Y somos los adultos los que tenemos la obligación de proporcionárselo. Para eso hace falta calma frente a su llanto, aunque este nos irrite. Los adultos somos nosotros y la obligación de mantener la calma, es nuestra. A nosotros corresponde enseñarles el camino de regreso. 

No hay lágrimas que merezcan ser compañía permanente. Algunas, sólo música de fondo. Y es que esta versión me emociona.