jueves, 25 de abril de 2013

CARTAS E HISTORIAS

Como parte de un entrenamiento que realizo para mejorar mis competencias profesionales, este fin de semana he recuperado las enseñanzas de Michael White sobre los medios narrativos con fines terapéuticos. 

Michael White, trabajó en los servicios de psiquiatría para niños y adolescentes de hospitales psiquiátricos públicos de Adelaide, en Australia. Durante toda su vida, se mantuvo en la obligación de cuestionar los tratamientos que patologizaban las vidas de las personas, y siempre buscó desarrollar formas de trabajo colaborativas. Se mostraba fascinado por cómo influyen las narrativas vitales en las personas, y por cómo dichas narrativas podían modificarse y resultar más adaptativas. Entendía la terapia como un proceso de transformación del discurso

Las personas, decía, cuentan su historia personal desde un determinado punto de vista, olvidan que la interpretación que le dan a esa historia marca las emociones, los pensamientos, los sentimientos, etc. que esa historia les produce a ellos y a los demás.

Una de las técnicas que utiliza este modelo, es la del envío de cartas a los pacientes/clientes. Creen que al escribirlas, siempre ofrecen posibilidades que complementan a la palabra hablada y permiten en la narrativa, construir nuevas historias complementarias a la historia dominante que es la que habitualmente ésta cargada del problema. 

Pensando en todo esto me encontró la semana y, con los hechos que le siguieron, puestos a elegir, elegí escribir una carta.

Un lunes cualquiera, tras una comida plácida, volvemos al cole. H. decide bajar las escaleras de espaldas. Sí, le parece mejor, es más divertido. Ya sabemos, si no hay riesgo, no hay diversión. Tras llamarle la atención un par de veces, tras girarla para evitar el riesgo de caida y tras recibir su molestia e incluso furia por mi impertinencia de corregirla, di la batalla por perdida. En ese punto el desgaste era mayor que el riesgo, faltaban cinco escalones en el peor de los aterrizajes. 

Le hablé de mi enfado y H. decidió utilizar toda su artillería: "Hay que ver como te pones", "Si lo estoy haciendo con cuidado"...y un largo etc. que sólo provocaba que mi enfado creciera. Por ello decidí penalizarla quitándole algo agradable que le había entregado minutos antes. Ella respondió, como lo hace muchas veces, huyendo hacia adelante: ...me quedó retrasada, ....camino despacio, ....pongo morritos...yo, una vez declarada la guerra, decidí respirar profundo pues brillaba el sol y había una temperatura maravillosa

Avanzamos treinta pasos, una breve tregua, huele a hierba recién cortada, uno de los aromas que más me relajan, se lo cuento y me habla con normalidad. Pensé que la batalla había acabado, pero me equivoqué.

Cuando llegamos al cole volvemos a la escalada. "H. bájate de ese árbol que se puede partir la rama"...Se baja a la tercera llamada de atención, pero enfadada. La llamo para hablar con ella y me mira durante un segundo y se va "porque yo no le hablo". Cuando debe entrar al colegio se va sin despedirse. Está molesta conmigo y debe ser mucho porque es la primera vez que lo hace. 

Mi furia se hace mayor.

La dejo allí y me voy a trabajar, no puedo dejar de preguntarme cómo, de la nada, habíamos generado "una batalla campal" en menos de quince minutos. 

Hora y media después me encuentro con ella y le doy un beso preparada para continuar la guerra. Me saluda con un beso y tras hablar de otras cosas me pregunta ¿sigues enfadada?. No, le digo, sólo me sigue preocupando que nos pasen estas cosas, pero podemos hablarlo después con más tranquilidad. La dejo en  Baloncesto y pienso que quizás es buena idea escribirle una carta contandole lo que he ido sintiendo, por qué y lo que me gustaría que hubiera sucedido en cada momento, asumiendo yo la responsabilidad...

"Me hubiera gustado que bajaras las escaleras de frente, cuando no lo haces, tengo miedo de que te hagas daño...

Me hubiera gustado que al darte cuenta de que habías cometido un error, pudieras reconocerlo como yo reconozco cuando los hago...

Me gusta que te subas a los árboles y sabes que siempre te dejo, pero te olvidas que estas creciendo y que tu peso es mayor y esa rama no parecía poder resistirlo. Temo que tu y el árbol se hagan daño, tus brazos y sus ramas rotos, causan mucho dolor...

Me hubiera gustado que me dieras tiempo para hablarte porque no siempre sé encontrar las palabras para que me entiendas, mejor y más rápido 

Y, sobretodo, me gusta despedirme de ti con un beso, porque eso me hace sentir que más allá de los malentendidos o las dificultades, siempre logramos encontrarnos y nuestro amor es más fuerte que ellos..."

Estas eran algunas de las ideas de esa carta que escribí mientras ella se duchaba. Al terminar, se la dí diciendole "te he escrito una carta" y me fui a preparar la cena. Cuando nos sentamos a cenar me dijo con una sonrisa: ya la he leído. Sonreí también. "¡Que es en serio que la he leído! y me la recitó. "Ahora entiendo qué te pasaba y como te preocupas porque yo este bien" Le pregunté si creía que podíamos hacer las cosas mejor la siguiente vez. Sí, me contestó. La próxima vez no bajaré las escaleras de espaldas, tu no te enfadarás, ...podremos caminar juntas al cole, ...volverás a oler la hierba...

Tras la tormenta, la calma. Tras la teoría, la práctica. El efecto terapéutico que tuvo sobre la situación me sorprende. El efecto terapéutico y de aprendizaje personal al escribirla, sobretodo por el esfuerzo de hacerlo en términos positivos y de aprendizaje para el futuro, me resultó muy sanador por las malas sensaciones con las que me quedé en la tarde. Me sorprendió la rapidez con la que se quedaron en su memoria las cosas que señalé en la carta. 

Igual tienen razón los terapeutas que defienden los modelos narrativos, cada historia, tiene dentro muchas historias y, sobre todo muchas formas de ser contada y de otorgarle significado a la experiencia.

Somos, según nos contamos...







viernes, 12 de abril de 2013

ARTES Y OFICIOS...

Cuando yo era niña mi padre era carpintero.

Desde siempre, papá ha sido muchas cosas. Todas las que tuvo oportunidad de ser.

Mi padre nació en una época cargada de necesidad y por eso aprendió desde niño a buscar oportunidades que pudieran satisfacerlas. En ese camino, aprendió muchas cosas. A lo largo de la vida eso le ha permitido hacer un poco de todo. Y todo lo que le tocó, trató de hacerlo siempre de la mejor manera posible.

He visto a mis padres trabajar toda su vida. Casi siempre más de lo que deseábamos mi hermano y yo aunque fuéramos poco conscientes de ello. Casi siempre más de lo que era preciso cuando ya no era necesario...pero no era de eso de lo que quería hablar.

Llevo unos días lidiando con los artes y oficios de la construcción: fontanería, albañilería, pintura...y se me hace todo un mundo y cuesta arriba. Yo siempre tuve un padre que se encargó de estas cosas y nunca aprendí a resolverlas. Hasta ahora he vivido rodeada de manitas que siempre resolvieron los problemas domésticos y ahora me siento algo desnuda, lidiando con los males de la casa, viendo grietas y desperfectos, algunos manejables otros inasumibles, aunque tengo la sensación de que no deberían serlo. Me pregunto ¿Por qué, si tenía un maestro en casa, nunca aprendí?...siempre estaba él dispuesto a hacer, y lo hacía perfecto, por eso yo soy una chapuzas. No me gusta. No quiero hacerlo. No sé hacerlo.

A veces no soy capaz de ver las cosas materiales que tengo alrededor, no me fijo en las cosas porque la gente me distrae. Me fijo en la gente. Quizás por eso soy incapaz de pensar en cómo arreglar todo ésto porque lo que hago es pensar en papá, en nuestra casa, en mi infancia. 

Mi papá era carpintero para hacer en serie una cosa concreta pero en sus ratos libres hizo la cocina de nuestra casa, hizo nuestras camas y mesas de estudio, y eso que nos esperaba como sorpresa tras las puntuales vacaciones que tuvimos de niños, es lo que se ha quedado en mi memoria.


En estos días me pregunto qué hago con estas grietas, cómo arreglar este trozo de parquet, qué hago con la cisterna del water y por ello pienso mucho en mi padre, pienso mucho en los hombres en general aunque me molesta el topicazo, y gracias a un par de valientes mujeres matizo mi balanza. 

Me animaré con la pared, llamaré al seguro para lo del parquet (debería pero ya me conozco pasarán más de mil años) y recurriré a una de esas alternativas que te da la fuerza del capital humano para arreglar water. A ver con qué me va mejor.

Papá te quiero, y te echo de menos, de mil maneras, por mil cosas, antes de tiempo...

sábado, 6 de abril de 2013

SOLA...

 ...así es como he estado en casa los últimos cuatro días. Sola en casa, desde que salía el sol hasta que lo volvía a hacer al amanecer siguiente. Sola. Vaya sensación más rara... y placentera. La extrañaba y la he disfrutado.

La bella etíope, ha estado de campamento. Es la primera vez en casi seis años que nos separamos por un período tan largo. Hubo otra ocasión pero ella estaba de vacaciones con los abuelos y yo me fui de vacaciones también, me fui acompañada y con plan, así que fue más difícil sentir su ausencia. Aunque también lo hice, pero de distinta manera.

Esta vez ha sido diferente, en mi vida todo seguía igual, salvo que ella no estaba. He tirado el reloj por la ventana, me he preguntado en cada momento qué me apetecía hacer, cuándo y con quién y he hecho eso mismo que deseaba sin pensar en nada más. 

Parte de lo que quería era buena compañía adulta, con gente adulta, con conversaciones adultas aunque fuera para reírnos como niños. He trabajado todo lo que debía ser y hasta el momento en que lo consideré oportuno, he ido al cine y he visto cine del que me gusta y emociona. He compartido cañas y pinchos en días de semana, he trasnochado y hasta me he levantado todo lo tarde posible para cumplir con lo inevitable. He cambiado de aires y me ha sentado fenomenal.


Cuando H. vino a vivir conmigo yo llevaba seis años viviendo sola y los nueve anteriores decidiendo mi cotidianidad sola puesto que aunque vivía con amigos, nuestras decisiones y acciones siempre estaban sujetas a una enorme libertad de elección.

Yo había disfrutado enormemente de ambas cosas, de esa soledad y de esas compañías. Sin embargo llegó un momento en que necesitaba otras y esa fue una de las razones que me llevó a la maternidad.

No tengo ninguna duda de que mi vida es mejor desde que mi hija y yo compartimos hogar, pero también soy consciente de que esa maternidad, en las condiciones en que elegí asumirla, tenía la complejidad de enfrentar en solitario un montón de retos de carácter práctico y cotidiano que, he llevado bien, incluso fenomenal, pero no sin coste añadido.

Poder prescindir de ese coste es algo que a ratos añoro. Echo de menos algunas cosas  de las que tengo que prescindir cotidianamente o de las que al menos no puedo disfrutar cuando deseo. Sin embargo no lo hago más que lo que echo de menos a H. cuando su ausencia se prolonga.

Se tratará entonces de encontrar siempre esos espacios en los que regalarse unos días de tregua Incluso creo que se tratará más que de eso,de encontrar tregua en la cotidianidad de los días. Y así es, porque H. crece y gana autonomía y vida propia, más allá de la mía y yo la veo crecer, a pasos agigantados, a veces tan niña, a ratos tan mayor. 
 
Bienvenida a casa. Tras unos días lo que ya echaba de menos, era
a ti.







lunes, 1 de abril de 2013

CELEBRANDO ABRIL...

Nací un día como hoy, hace muchos años. Llegué con prisas, dos meses antes de lo previsto y aunque eso trajo sus consecuencias, por suerte ninguna fue de lamentar.

Mi memoria es bastante frágil a estas alturas, así que mi "desde siempre" no suele ser un plazo temporal muy largo. Sin embargo, a mi me vale. "Desde siempre" celebro con una ilusión que me supera este aniversario y, en mi "desde siempre", no puedo más que celebrar el nacer, el sobrevivir y el bienvivir de los años que le han seguido.
 
Hoy, como no podía ser de otra manera, hemos celebrado muchas cosas, la mayoría de ellas, alegrías compartidas. 

Quiero suponer que al igual que yo, cada una de las personas que ha transitado conmigo alguna parte del camino, tiene algún recuerdo para mí. Me lleva en su memoria y al hacerlo me regala lo que yo quería, que era quedarme con, y en, él o ella. 

Algunas veces, coincide que me recuerdan por el cumpleaños (Facebook ayuda), otras; por Navidad. En esos casos habitualmente te lo dicen (y lo digo) ya sabeis: fase etílica "Exaltación de la amistad". Otras veces, sin excusas, sin ni siquiera motivos, algo sucede, alguien viene a tu memoria y al recordarle, como dice el sabio de Galeano, volvemos a pasarle por el corazón. 

Hoy, es mi cumpleaños y lo celebro. Los que me hicieron saber que compartían mi celebración y, otros tantos que lo han olvidado hoy, pero no mañana, o pasado, o..., han vuelto a pasar por mi corazón y eso me hace, en definitiva, una mujer un poco (más bien mucho) más feliz. 

GRACIAS a todos y todas, no por la felicitación (que también) sino por la parte de camino que habeis decidido compartir conmigo. 

Que la vida nos encuentre, muchas veces y, sobretodo; en muchos sitios.