domingo, 23 de diciembre de 2012

...DE TU MANO

H. a veces necesita que le tiendan la mano para sentirse más cómoda.

Algún tiempo después de verse muchas veces reflejada en un espejo, H. se dio cuenta de que era negra y eso comenzó a interrogarla. Comenzó a tener dudas, incluso, a tener temores.

Mientras no lo supo, se movía con soltura. Amaba a la gente, así en general. Regalaba besos a diestra y siniestra, a propios y extraños, y se relacionó sin dudas ni temores. El mejor ejemplo, sus compañeros de clase a quienes quiere y la quieren con entusiasmo. 

En algún momento, sin embargo, ese reflejo de su negritud la llenó de dudas. Y con esas dudas, no ha sabido claramente manejar el significado que el color de su piel le reflejaba. 

Por un lado, recibe un mensaje normalizador de mi parte, de una parte importante de su entorno, que reconoce su diferencia en el marco de otras diferencias posibles, y le otorga un significado amplio, enriquecedor. Tan condicionante como muchos otros, que te colocan en situación de minoría, que no de desventaja. 

Por otro lado, sin embargo, recibe un mensaje más subliminal (social), o explícito de algunos niños del cole (curiosamente pertenecientes a otra minoría) en negativo. Y ese segundo mensaje "cala". Y hace que a menudo, su respuesta a mi pregunta sobre el por qué teme hacer algo absolutamente normal a nivel de relación social, es. "...pero es que yo soy negra". 

H. tiene dudas y no sabe si puede andar espontáneamente por el mundo...

Debido a los condicionantes que en ocasiones genera eso en su primer encuentro con otros niños, este año la he apuntado a dos actividades extraescolares que implicaban necesariamente relaciones con niños ajenos a su entorno habitual (y protegido) del colegio.

El primer día de una de ellas, conocimos a V., otra niña de su edad a quien veíamos por primera vez, sin ningún tipo de referencia previa. V. sin la mediación de ningún adulto le sonrió y le dijo...que trenzas tan bonitas!...y, nos minutos más tarde,..que piel más suave!...y así cada día, todos los días, a lo largo de estos tres meses. V. le sonríe, le alaba, se le iluminan los ojos cuando la ve, la elige cuando hay que hacer pareja y la hace sentir valiosa. 

V. no sabe cuanto le debemos!!!.


Esa respuesta de V. ha favorecido que H. se relajara. Al relajarse, se ha mostrado más dispuesta a dar el tiempo que las relaciones necesitan para iniciarse, crecer, consolidarse. Tres meses después, no es sólo V., son la mayoría de las compañeras las que hacen que H. sonría, bromee, se desinhiba, abrace...Yo la veo hacerlo y sonrío. Ella me lo cuenta porque le parece un hecho excepcional (habrá que darle tiempo también para que relativice). H. se siente importante para el grupo. 

H. se ha olvidado de que pertenece a una minoría. Ahora se ha vuelto más importante para ella sentir que forma parte de ese algo que forman todas. Creo que ha dejado de pensar en el color de su piel. Eso la vuelve la niña que es y de la que a veces se olvida: una niña alegre y feliz, una niña capaz y competente, una niña a la que le gusta mucho la gente

V. no me cansaré nunca de dártelas:....GRACIAS.... GRACIAS... GRACIAS...


2 comentarios:

  1. Nada mejor que una sonrisa y una mano tendida, para borrar inseguridades. Muy bonito, una lección de vida

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