Necesitaba tiempo. Necesitaba tiempo para estar sola.
Necesitaba tiempo para estar sola en silencio.
Tiempo mio, sin otra ambición que perderlo, gastarlo o invertirlo... en no hacer nada, en no ver a nadie.
Tiempo de estar sola y cuidarme el cuerpo al mismo tiempo que cuidarme el alma.
Cuanto ruido siento alrededor. Bulla, mucha bulla. Demasiada después de tanto tiempo.
Desde hace un mes tengo las tardes libres y eso me hace feliz. Desde hace un mes acabaron las extraescolares de las tardes. Eso nos hace felices a las dos.
Desde hace un mes H. y yo compartimos tiempo, perdiéndolo. Jugamos más, conversamos más, paseamos más, incluso trasnochamos más. Es decir, ganamos mucho en calidad de relación. Y sonreímos, sonreímos mucho más, todo parece más ligero y fluye. Suena tan bien pensando en que tenemos todo el verano por delante.
Pero además, desde hace unos días, estoy sola en casa. Me levanto sabiendo que el ritmo que seguiré será el mio y no el compartido. Y por lo tanto lo gestiono mejor. Depende de mí, me conozco y me entiendo. Me regulo. Con H. cada día está todo por explorar, por compensar, con obligación de regular. Atender a sus necesidades y a las mías. Un aprendizaje y un reto diario. Algunas veces agotador. No en sí mismo, que para eso estamos, sino sumado a todos los demás.
H. es un libro abierto, una niña que habla mucho, cuenta todo. Que dure...H. habla sobretodo de lo que le emociona, y eso da gusto escucharlo. Y de lo que no funciona que para ella es mucho también.

La dejo en el cole y voy al trabajo. Allí lo mismo, donde otros venden miserias e impotencia, tengo que ayudarles a ver posibilidades y esperanza; donde me hablan de sus carencias les reflejo sus posibilidades, donde ellos ausencia yo la búsqueda.
Estoy muy cansada. Y el cuerpo se queja y no me ayuda.
Por eso estos días los vivo como una oportunidad, atiendo únicamente mis necesidades. Me desintoxico. Es justo pero sobretodo es necesario. Queda mucho por hacer.