Hace años que conozco a E. No se cuantos exactamente, pero más o menos el mismo tiempo que llevamos esperando a nuestros hijos. Disfrutando de ellos. Pensándoles. Sintiéndoles. Un camino, a veces muy solitario, en ocasiones agradablemente acompañado.
E. tiene, al menos, dos grandes dones: Piensa y Escribe con talento. Un talento, que yo leo reflexiva. Me encuentro con ella a diario, en muchos de los espacios virtuales que compartimos. Y a base de este roce, también ha nacido el cariño. Ese que crece de sentir que alguien te entiende, sabe de lo que hablas, de lo que disfrutas -y de lo que padeces- con ciertas vivencias.
Sí, virtualmente, E. está cerca, muy cerca. Sin embargo, en la vida real E. vive lejos, suficientemente lejos para plantearse un encuentro no virtual; sí, de esos que tanto apetecen con la buena compañía.
Uno de los espacios virtuales que compartimos es un lugar llamado VINCULO. Probablemente después de las palabras madre/padre -hijo/a, la palabra vínculo es la más importante para el pronóstico de la evolución de un proceso adoptivo. Y yo siempre he creído en los vínculos. Los creo, los cuido, me emocionan.
Hace unos días supe que E. pasaría un fin de semana en otra ciudad, una ciudad grande que está algo más cerca de la mía. Un fin de semana que, por casualidad, yo había decidido viajar a la misma ciudad. Lo decidí hace meses, con el objetivo de hacer grandes cosas. Cosas que han resultado fantásticas!!.
Nunca se lo dije a E. Ella tenía sus planes y yo los mios.
Pero hay cosas que uno no puede explicar y suceden.
Decidimos ir al mismo parque en una ciudad de tiene muchos, diversos, interesantes. Un parque que es, en extensión el segundo más grande de la ciudad que nos reunía: 150 hectáreas de terreno, paseos, zonas verdes, lagunas...pero E. y su pandilla eligieron sentarse a diez pasos del lugar elegido por mi pandilla para lo mismo. Dos árboles contiguos. Diez pasos.
Cuando vi a B. su hijo, sonreí. Yo no creo en el azar. Creo en la magia y hay cosas que unen. Vínculos sí, definitivamente. Así que fui y me presenté.
Ahora E. tiene rostro y voz, además de lo que ya tenía antes. Cuantas veces hemos hablado de nosotras, cuantas veces hemos hablado de nuestros hijos. Ellos que se reconocieron en su origen. Ellos que juntos estuvieron volando cometas. No quisimos invadirles con una foto pero ambas coincidimos en que la tenemos grabada en la retina.
Un placer E. si lo hemos hecho una vez (coincidir), seguro que lo podemos hacer más veces!
Fue un hermoso encuentro, sin duda. Y habrá otros. Tejidos por el azar o por el vínculo. O por ambas cosas.
ResponderEliminarhttp://madredemarte.wordpress.com/
Inshalá...
EliminarComo espectadora externa de la imagen, contemplé ese encuentro con cariño y sorpresa...
ResponderEliminarA los pequeños les unía muchas cosas, orígenes, colores y dos madres maravillosas.
Enhorabuena a todos
Contarlo es una manera de afirmar las múltiples posibilidades de las cosas que nos unen. Como dice la canción, "Habrá que creer..."
EliminarQue bueno!!! Las casualidades no existen. Las cosas pasan porque tienen que pasar..y estaba claro que ese encuentro tenía que darse para fortalecer el vínculo entre vosotras...
ResponderEliminarUn abrazo
Así lo he sentido y lo he vivido, como un regalo. Ver a los chicos juntos después de haber hablado tanto, tanto! de ellos... ha sido hermoso, además con el tibio sol calentando los corazones. Que suerte tenemos. Porque la tenemos, pero sobretodo, porque nos damos cuenta! Un abrazo
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