martes, 18 de junio de 2013

PRUEBA DE VIDA

H., como le ha tocado muchas veces este año, ha pasado el fin de semana con unos amigos que son nuestra familia en esta tierra. Yo estaba fuera de la ciudad por razones importantes. Seguimos más o menos el mismo patrón de contacto que en ocasiones anteriores pero el sábado en la noche no pude hablar con ella, ni siquiera hice el intento, pues sabía que estaba bien.

El domingo apenas abandonamos la casa de nuestros amigos y estuvimos a solas me dice...

- Mamá ayer casi me pongo a llorar....pensaba en por qué no me llamaste. Después me dijo A. que habías llamado.
 

- Sí?. Lo siento, aunque a veces tienes que reconocer que cuando te llamo no quieres hablar conmigo, y eso lo entiendo, porque estás jugando, pero también a mi me da tristeza.


- Tienes razón mamá, porque anoche yo estaba jugando y no quería hablar contigo, pero es que si no llamas tu, me preocupo porque pienso que te ha pasado algo. 


En realidad no llamé, solo contesté a un sms a la maravillosa A., que quiere a mi hija como si fuera su madre. Ella me había mandado un mensaje para decirme que estuviera tranquila, que ellos, a tardías horas, seguían en el jardín con diez niños jugando al escondite.

Yo me sentía algo culpable de haber olvidado ese deber. Olvido basado en la certeza de lo bien que está H. con ellos. Y, ciertamente, a mí no me había pasado nada (al menos nada malo) pero aprender de sus necesidades (que yo demuestre que sigo ahí) me hace aplacar las mias (que a veces dudan de que le importe en medio de la diversión). 

Y agrada, saber que nos echan de menos, sobretodo; cuando después, existe la posibilidad de darse abrazos de más... Y en ello hemos andado hoy.

 

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