...hace un par de días, el 20 de Junio se celebró el día Mundial del Refugiado.
A mi los días Mundiales de...me provocan una sensación ambivalente. Creo que hay realidades y circunstancias que no tienen que tenerse presentes un día, sino todos los días. Tener que institucionalizar la conmemoración, refleja la tendencia al olvido. Y hay cosas que no deben ser olvidadas.
Cuando ya anochecía y yo pensaba en ello, en medio de la particular reflexión que conlleva el final del día, he traído a mi memoria los rostros de todos los refugiados y solicitantes de asilo con los que me ha tocado trabajar en estos años, desde Vietnam hasta Albania, pasando por Etiopía. Esa sucesión de rostros, de historias, de tristezas, miedos y alegrías, volvió a erizarme la piel. Como no podía ser de otra manera, volví a pensar en F. preguntándome dónde estará. Cómo estará.
Conocí a F. con alrededor de 18 años, en Mayo del 2007. Tuvimos que esperar casi cuatro años para ver reconocido su estatuto de Refugiado. Recuerdo las entrevistas con él con particular emoción, y agradezco a M. su ayuda como interprete en las primeras etapas de la intervención, su compañía en el dolor de la narración de esa historia de vida.
La vida de F. se rompió cuando tenía 9 años. Perdió a sus padres y fue separado de sus hermanos. La muerte de sus padres le duele pero el no saber qué fue de la vida de sus hermanos le persigue.
Las entrevistas con F. son inolvidables. No he conocido a nadie con tanta necesidad de narrarse (y justificarse en sus acciones), alguien que necesitara tanto salvarse de la culpa que era de otros y el sentía como propia. Nadie que me reflejara tanto lo que era sobrevivir a la barbarie. Y F. era un niño, un niño de la misma edad que mi hija. Un niño soldado.
Un niño que no pudo elegir. O sí, eligió sobrevivir. Sin embargo, durante el tiempo que caminamos juntos he visto volver a sus fantasmas. Sigo preguntándome como logró durante tanto tiempo mantenerlos alejados. Porque la realidad siempre supera a la ficción.
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