lunes, 23 de diciembre de 2013

RUIDO SIGNIFICATIVO

Hace unos años, envuelta en los avatares que me han vuelto a convertir en estudiante, incluso digo más, en psicóloga; conocí una pagina de facebook llamada así Ruido Significativo, una pagina comunitaria sobre la Terapia Centrada en Soluciones. Y hoy pienso en ella porque en eso estoy, en hacer significativo el ruido que me ronda.

Desde hace unos días estoy en casa de mis padres. Su hogar esta situado aproximadamente 2 mil kilómetros del mío. Y no por repetido el transito de esa distancia deja de afectarme, sorprenderme. Los kilómetros que recorro para llegar aquí, me requieren de muchos ajustes. Los de carácter práctico (billetes, equipajes, estancias intermedias,...) son pesados, pero se llevan cada vez con mejor habilidad, pero; los emocionales, me siguen costando. Los sé, los anticipo, pero me cuestan.

Probablemente lo que más, acostumbrarme al ruido de este hogar. Mis padres viven en un lugar que es un remanso de paz, un lugar geográfico tan o más silencioso que aquel que me sirve de morada cotidiana pero, a diferencia del mío, este hogar tiene muchas más personas dentro. Personas que, en general, hablan poco, pero hacen un ruido inmenso, un ruido que ellos no oyen y a mi me aturde. Un ruido con una parte hermosa pero con muchas otras que me obligan a huir a estos montes, o a este mar, que tanto me emocionan y acompañan, desde la soledad o, mejor aún, desde la intimidad de aquello que se disfruta con pocos.

Por eso los primeros días estoy aturdida con el ruido (se habla a voces, la T.V. esta al triple del volumen necesario, se cocina para diez y al cocinar se hace ruido, sopla el viento con intensidad, hay móviles y maquinitas por todos lados, mientras más niños más peleas, más carreras, más algarabía,...ruido, ruido, ruido...). Y siempre me pasa lo mismo, las primeras horas no lo escucho emocionada por los encuentros, por los abrazos y besos, la posibilidad de mirar a mis padres, a mis sobrinos y compartir la cotidianidad con ellos que anhelo con locura. Pero luego, pasados pocos días, comienzo a sentir el malestar de no encontrar el silencio que siempre ha sido mi refugio. 

http://www.santossaul.com/image/landscapes-1/4268
Crecí en un entorno silencioso y solitario y en ambas condiciones me muevo con serenidad y facilidad. Por mucho que añore lo contrario en determinados momentos me cuesta, cuando llevo muchos días rodeada de mucha gente y mucho ruido. De pronto lo noto, no me siento bien. Tengo que echarme al monte o irme al mar. Sola o con dos o tres voces. Para conversar con mis pensamientos, en voz baja, elaborando el ruido para que se vuelva significativo, para quedarme sólo con la parte buena, con esa que añoro cuando vuelvo a realizar este camino en sentido inverso.

Llevo un tiempo callada porque he tenido demasiado ruido alrededor. Antes, en casa, un ruido cargado de necesidad, la de la pequeña H. que no sabía que hacer con sus historias del cole, pero esas son otras historias que hoy no tocan. Ruido por los cierres que acompañan el final del año. Ruido por las noticias que rompen la paz en los ámbitos en los que nos movemos. Ruido por las bienvenidas a los que vienen de lejos cargados de compañía y buenas noticias, pero todos a las mismas horas, los mismos días.

Dotar de significado positivo, útil, a las cosas que nos inquietan es un ejercicio de salud mental, un trabajo que nos hace sanar y en ello estamos...escribiendo para empezar, pensando en hablarlo para seguir, y seguro que no pasan dos días sin que me tire al estos montes que tanto bien me hacen para aliviarme de mi.

domingo, 1 de diciembre de 2013

EL TIEMPO ES VELOZ

Hace unos días en mi muro de facebook encontré esta canción. Al leer el título, recordé que la conocía y pensé con nostalgia, qué propicia!...


Hoy, hace veintiún años que aterricé en esta tierra, en esta ciudad, en esta vida. Y yo, que soy una mujer de aniversarios y rituales, no puedo más que conmemorarla, incluso más, celebrarla porque me agrada la vida que ha sido. Tengo inevitablemente presente la fecha como una medida del tiempo que se ratifica, porque el azar o el inconsciente hicieron que también hoy, la bella H. celebre su cumpleaños. Así que estamos celebrando ambas, este aniversario cargado de sonrisas.

Desde entonces he estado pensando en lo vivido. En cuánto y cuan intenso es. Y también he estado pensando, más bien imaginando, lo no vivido. Cómo hubiera sido mi vida de no haberme decidido a cruzar el Atlántico. Fantaseando con las bondades y desgracias de tal decisión, con la persona que era y con aquella en la que me he convertido.

Y también, ya puestos, en estos tiempos de incertidumbres, fantaseo con la vida que nos queda por vivir.

Pienso en los personajes de estos veintiún años porque yo no sé ser, si no soy con otros, más bien, en relación a otros. Así pienso en la migración familiar tan poco prevista y tan certera, tan conveniente. Pienso en los compañeros de camino, tantos y tantas. Pienso en los que han sido mucho más que eso. En todas mis nostalgias, mis viajes de ida y vuelta, físicos y emocionales. En la breve estancia fuera de esta tierra. Y en el hogar ancestral en el que soñamos con refugiarnos para aplacar el miedo.

Pienso en los tantos años más que nos quedan, sean pocos o muchos, y en la calidad que tendrán. Vislumbro la incertidumbre y como con tantas otras cosas, habrá que respirar profundo, confiar, avanzar...primero los veintidós, luego los veintitrés y así quien sabe, llegaremos a viejos con la certeza que hoy nos ronda de una vida que ha sido muy buena con nosotros.

Sí, me gusta conmemorarlo y celebrarlo. Esas rupturas vitales, esas puertas que se cierran mientras otras se abren, y todo lo que permanece aún después, merece ser tenido muy en cuenta.

Gracias vida, gracias amigos, familia y amores. Gracias hija.