"Es en la mirada de los otros donde te vuelves a construir" Jorge Font
He vuelto a ver "La vida de los otros" y he recordado este texto que escribí hace algunos años y que hoy retomo, altero, matizo.
"Voyeur" lo titulé y pensé al hacerlo: Somos todos, así que es plural. ¿Cuál es el plural voyeur?...nunca recibí clases de francés.
Antes de ser madre, iba mucho al cine. Al cine, cine, al local. Me gusta la pantalla grande. Desde entonces, aparte del precio que ha crecido para perderse, no es fácil encontrar espacios, compañías, ánimos para volver a ese formato. Pero, cuando claudico, cuando me rindo y veo algo en la pantalla del televisor o, aún peor, en la del ordenador, pienso en todo lo que me estoy perdiendo. En todas esas historias que siempre me devuelven la vida. Incluso las que me desgarran el corazón. Los campamentos de H. me han llevado a las pantallas, en los tres formatos. De esa melancolía de historias bien contadas, nace este recuerdo epistolar....
Hacía meses que no iba al cine. Fui ayer y he vuelto hoy. Dos películas buenas, una alemana "La vida de los otros" y la otra danesa "Después de la Boda". Me han gustado ambas aunque la primera más, quizás porque creo que es más real. Vuelvo a casa bajo la lluvia pensando en la grata sensación que me deja el cine.
Desde que oí hablar de ella estoy
pensando en el impacto que tiene en nuestras vidas, "La vida de los otros". Ya
sea que mires o escuches. Que lo hagas furtivamente protegido por la oscuridad
del cine o desde una ventana que te oculta tras la cortina. Puede que la vayas
leyendo a capítulos o la escuches acompañada de melodía. Ya sea que te sientes
simplemente a mirar en un parque o en una terraza, que escuches la radio o las
oigas "en la consulta" ..las historias que otros viven o nos cuentan, nos
atrapan y transforman, y eso da miedo pero es una suerte.
Nos metemos en la vida de la gente y
dejamos que la gente entre en la nuestra, a menudo de forma poco precavida, y
entonces sus vidas nos tocan y nos transforman, se quedan con nosotros cuando
ellos se van, tiñen nuestros paisajes, cambian nuestras referencias, perturban
nuestras certezas y quedamos atrapados entre el miedo que eso nos provoca y la
fascinación de ver transformarse el mapa de nuestro certero mundo.
Las historias ajenas nos distraen de
las propias y eso es sencillo, que se queden a vivir con nosotros ya es algo más
perturbador. He pasado el fin de semana con muchas personas para lo que es
habitual. La mitad "oficialmente" desconocidas y me sorprendía conocer tantos
detalles íntimos de sus vidas, reconociendo que paralelamente y por simple
deducción lógica, seguramente ellas sabrán otros tantos de la mía. Conozco
detalles muy personales de compañeros de camino simplemente porque antes fueron
personas con las que trabajé o con quienes compartí momentos de intimidad en otras
circunstancias alejadas de las actuales (y de alguna manera de esto hablamos en
"Después de la Boda"), de cómo la gente se queda en nuestras vidas incluso
cuando no está en ellas.
Soy una voyeur, lo reconozco. Se me da mejor mirar y escuchar que hablar. Tengo una extraña capacidad
para hurgar en la intimidad de la gente sin que esta se sienta agredida (al
menos eso creo porque pocas veces he recibido una señal de que así fuera)...
Pienso en las historias que vivimos, y en cómo las narramos.
Y sabes qué, las cosas que nos dijimos, con palabras o sin ellas, por decirlas, y también por omitirlas, están esta noche conmigo; mientras tomo un café, entre la luz tenue... con los claros sonidos de este hogar de paredes de papel!...