viernes, 21 de marzo de 2014

UN PADRE

H. entra a mi habitación rápidamente. Me está contando algo y de pronto su mirada se gira y dice asombrada ¿Quién es?...me giro hacia la cama y veo la silueta. Ciertamente, el nórdico enredado lateralmente sobre si mismo, en el lado de la cama que yo no ocupo, da la sensación de que alguien aun duerme allí. La miro sonriendo y le digo...el nórdico enrollado!. Me responde con un suspiro: Ay que susto mamá!.... pensé que era un padre!. Nos reímos, y sólo atino a decirle. Te lo hubiera dicho ¿no?.


A H. le falta un padre, es lo que ella piensa a menudo. Yo lo pienso también, pero sólo en algunas ocasiones. Y siempre lo hago desde mismo punto: nos gustaría tener un padre en la familia, un compañero que enriqueciera lo que ya tenemos, que es mucho, y a quien aportar nosotras, lo mucho que ya somos. 

Pero no está. No sé si existe, no tengo evidencias de ello, tampoco de lo contrario. Según los días, tengo esperanzas (para el amor de pareja siempre hay tiempo) o soy escéptica (por qué iba a aparecer ahora si no lo ha hecho antes). 

Lo que veo a mi alrededor en hombres, en compañeros/maridos/novios, en padres, no me genera grandes emociones a favor y sí, muchas veces, en contra. Entre otras cosas gracias a sus mujeres/compañeras/novias/esposas que no son especialmente felices con su presencia y lo están diciendo todo el tiempo. Digo yo, quéjate menos o dejale.

Implacable que soy a veces. Parece que soy fácil de querer pero no, lo cierto es que no lo soy. Soy exigente y soy pura emoción. Aprendí a estar sola y sentirme muy a gusto. Por eso me cuesta mucho sentirme bien acompañada. Sólo quiero compañía si, en general,  mejoro esa sensación personal. Estar a gusto en soledad es una gran ventaja vital y es, a veces, una trampa. 

Una trampa que también padece mi hija que se ha cansado de enseñarme candidatos...

Con el tiempo, el deseo de tener un padre se ha equiparado el deseo de tener hermanos. Cuando encontramos un diente de león, las dos pedimos con fuerza el mismo deseo: "queremos un "buen" padre con un/unos "bueno/s" hijo/s". A mi me enseñaron que hay que pedir bien los deseos porque a veces la vida se anima y nos complace.

Pienso mucho en todas las decisiones que he tomado en nombre de mi hija. En la responsabilidad que tengo de educarla y formarla para que sea capaz de asumir y vivir las mismas, desde la certeza de que tiene una vida completa y plena (...aunque es mujer, aunque es negra, aunque es adoptada,...aunque no tiene padre,...). 

Pienso en ello desde la fortaleza que me da el conocer tantas historias más o menos felices e infelices de madres y padres, de familias, de las que lo son y lo ejercen bien, aprendiendo como todos cada día. Pero sobretodo,por conocer las historias de los muchos que lo hacen mal, yo diría fatal y dañan, y mucho...

Creo en lo personal pero cuesta en lo social, que no hay un modelo único, completo, correcto, sano, valido de ser familia. Hay solo posibilidades y en nosotros está el hacerlo lo mejor posible. Y el educar en esa visión...

Por algunos desfases vitales personales, la mayor parte de mis amigos más cercanos se esta enfrentando al reto de ser madres y padres recientemente, por eso pienso mucho en las emociones que rondaron mi decisión de adoptar y en el camino recorrido desde entonces. Pienso en las consecuencias que de tal decisión se han derivado. En lo difícil que es aceptar la renuncia a ciertas cosas y el acierto que ha supuesto el seguir adelante con otras.

Un padre H. Sí, un buen padre para ti. Yo también lo quiero y lo deseo. No es nada fácil, no. Además antes de ser tu padre tendrá que ser otras cosas. A veces siento que el tiempo es breve y las opciones escasas, pero ahí están el azar y la esperanza. 



Habrá que darle oportunidad a la vida y abrir los ojos que, a veces, lo sé, los tengo cerrados.






miércoles, 12 de marzo de 2014

12 DE MARZO

Hace diez años, dije que sí y un día como hoy me fui a Madrid, al IFEMA, como parte de uno de los Equipos Psicosociales de Respuesta en Intervenciones de Emergencia que tiene la organización en la que trabajo. 


Madrid, toda España, estaba conmocionada por los atentados del 11-M. Recuerdo el silencio de los viajes que hicimos de ida y vuelta. Silencio en medio de tanto ruido. Recuerdo la mente puesta en una sola cosa, acompañar a las víctimas y a sus familiares en esos momentos de desconcierto, negación y desazón. Y cuidarnos unos a otros del desamparo emocional que una experiencia así te provoca. Pasamos allí 3-4 días en medio de los cuales cambió el rumbo de muchas cosas y la vida de mucha gente.

No guardo un recuerdo doloroso de la experiencia, de haber estado fuera quizás serían peores, pero me toco estar dentro y pensar en el dolor de los demás para hacer el mío poco significativo. El recuerdo más claro que tengo de aquellos días es lo que pasó cuando la intervención acabó. Llegué a casa, donde entonces vivía sola y a los pocos minutos sonó el teléfono. ¿Cómo estás? Bien, respondí. Y empecé a llorar todo lo que no había llorado. Supongo que hay algún momento en el que también sabes que te toca a tí expresar tu dolor. Aprendimos mucho entonces y en las pequeñas intervenciones que vinieron después.

Hace unos meses, tras el accidente de tren de Santiago de Compostela, re-descubrí la tristeza de entonces. Y lloré mucho, a deshora, por cualquier cosa que me lo nombrara. Y fuí consciente de mi cobardía, de la incapacidad que sentía de exponerme otra vez al horror de tantas muertes. Me sentí muy frágil, yo que siempre me he sabido fuerte.

El lunes en la noche al ver los titulares de lo que sería la prensa del día siguiente pensé en lo duro que iba a ser volver a escuchar mil veces el relato de aquellas horas. Preparemonos para lo peor, pensé.

Pero no. No ha sido así. O. que estuvo conmigo en Madrid me escribió un mensaje en nuestro amanecer: "10 años después algún recuerdo triste tendremos ...pero creo que volvería a hacerlo si contara con compañeras como tu, como las demás. Gracias por ayudarme a tener recuerdos positivos y tejer una red de sostén que ha pervivido todos estos años" ....y donde esperaba una lágrima, me sacó una sonrisa. Ciertamente con ella, con ellas, volvería a hacerlo sintiéndome segura emocionalmente. Y en eso, se va la vida en estas intervenciones.

Ella me habló entonces de Vera, de sus ojos. Anoche lo ví. Y sí, es difícil sobrevivir en todos los matices y todas las consecuencias, pero la vida continua...con esa sonrisa, esas dudas, esa voz rota y quebrada de cada uno de los protagonistas entrevistados. Rescatando la experiencia emocional vista en perspectiva y sacando los aprendizajes.

Estamos vivos y es nuestra obligación seguir adelante. Trabajar con los recuerdos, no con el olvido, rescantando el valor de lo vivido.

Gracias chicas, gracias O. Porque hay cosas que nos cambian y algunas, nos hacen mejores.


domingo, 2 de marzo de 2014

SILENCIO

Llevo un tiempo silenciosa porque tengo a mi alrededor mucho ruido. Y el ruido me paraliza. Y aquí estoy, sin parecerme a mi.

Es curioso que ese ruido exterior ha estado acompañado de una buena evolución de las malas sensaciones de la pequeña H. Está más motivada y más serena en su trabajo académico y eso nos ayuda a tener un clima más sosegado en casa. Entre su maestra y yo hemos logrado que trabaje más en clase y el volumen de deberes que trae a casa ha disminuido significativamente. Menos deberes, más tiempo. Y más tiempo, es más tiempo para jugar y no hay ser humano en el mundo que no sea más feliz si juega. Estamos felices por ello. No hay nada más gratificante que sentirte dueño de tu destino. Sentir que tienes la posibilidad de cambiar el rumbo de las cosas, especialmente de aquellas que no te gustan. Lo estamos viviendo. Lo estamos disfrutando.

Este mes de silencio personal, interior, mental.. se acompaña sin embargo de mucho ruido en el lugar que me vio nacer. Ese que ya no puede más con la mala gestión de sus gobernantes. Un país encontrado y destruido a lo largo de estos veinte años que he vivido en este que me acoge. Mi mail, mi teléfono, mis perfiles llenos hasta la saciedad de gritos, para que alguien escuche lo mal que estamos.



Que desesperante es que nadie te escuche cuando le estas pidiendo auxilio...

Suena el teléfono y me dicen que en este lado del mundo alguien ha muerto. Alguien que tiene un nombre y una historia. No le conozco pero se que era demasiado joven para morir. Para decidir dejar de vivir. Me entristece la noticia y me hace recordar algo que leí y escribí hace meses...

"Pienso en la cantidad de veces que he escuchado a alguien angustiado decirme que quería quitarse la vida. En los esfuerzos que he hecho para que no lo hicieran. Tras leer este post pienso que ese acompañar para evitar que lo hicieran, tiene mucho que ver con ponerme en el lugar de los que sobrevivirían y el peso que eso dejaría sobre sus hombros. Morir es una opción respetable. Pero sobrevivir al suicidio de alguien querido, es desolador. 

"En una de las últimas entrevistas que concedió Alfred Hitchcock le preguntaron si existía el asesino perfecto. Después de unos momentos de duda declaró: sí existe el crimen perfecto: el suicidio, sólo hay una muerte que deja muchos cadáveres a su alrededor y el asesino nunca vuelve a la escena del crimen"

Y pienso en si una vida tan joven que se trunca, vivió cosas demasiado intensas para seguir o fueron cosas normales, que sin embargo nadie le enseñó, o él no aprendió, a manejar...No importa ya. Saberlo no nos lo devolverá, porque él no esta. Y porque la culpa es un sentimiento que consume. Pero asusta la duda, porque todos estamos expuestos a esa posibilidad. 

Y pienso como algo así nos enmudece. Ese si es un silencio desolador y profundo.

Sé que ha sido un tiempo difícil para tí, siento que tengas que vivir ésto ahora. Confío en que el tiempo y las palabras te devuelvan la sonrisa. Tómate tu tiempo. Déjate abrazar.