8.00 a.m.
-Mamá… a D. le gusta K. y a ella también le gusta él.
Ambos tienen 7 años y son niños de la clase de mi hija. Me sale del corazón la misma frase de siempre:
- Qué suerte! Un amor correspondido!
Los padres de K. se han vuelto a vivir a un país europeo
tras haber regresado de él hace unos ocho años. Él llevaba más de dos años en
paro y la situación era insostenible para la familia así que se han convertido
después de mucho pensarlo en “Emigrantes Retornados re-emigrados”. Terrible.
Como a mi hija le ha entristecido mucho la ausencia en el
próximo curso de su compañera le he preguntado.
-¿Está triste D. porque K. se ha ido?
-Sí, pero no dice nada porque como es chico, no quiere que
se burlen de él.
Casi me atraganto. No es eso lo que he enseñado a mi hija.
No es eso lo que ha visto en mi familia, ni en mi entorno. Amamos a los hombres
que sienten y lo dicen. Amamos a los hombres sensibles y sentimentales que
siguen siendo tan fuertes como las mujeres sensibles y sentimentales que apechugan
con la vida como la más fuerte y la más valiente. Y es que se puede ser todo y
sin que sea un paquete exclusivo a disposición sólo de uno de los géneros!.
Y entonces pienso en todos los educadores de mi hija que
están ajenos a mi control y me da rabia, mucha!, no ser capaz de frenar estas
ideas tontas sobre las diferencias entre sexos que tanto daño han hecho a los
hombres y mujeres de todas las generaciones vividas y por vivir.
Me emocionan los hombres que se emocionan. D. se lo pierde y
sobretodo se lo pierde ella K. que suficiente tendrá ya con lo que le espera a
nivel sentimental.
Qué tristeza y qué frustración.
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