El lunes llevé a H. "al cole" de la organización en la que trabajo. Estos serían los tres únicos días que lo utilizaríamos.
Al final, a pesar de sus expectativas, se lo ha pasado muy bien. Las últimas veces que lo usó había muchos niños pequeños y se aburría pero esta vez estaban los buenos amigos "grandes" de siempre y, además; otras niñas de su edad con las que ha hecho "buenas migas". El primer día me dijo ilusionada... " Sabes mamá, la profe también quiere tener un hijo negrito como yo". Por lo que me contó fue un día muy bueno. Ayer igual.
Hoy la dejé en la mañana en medio de sus compañeros más madrugadores que estuvieron bromeando con ella. Al ir a buscarla, vi que salía junto a ella una niña negra más o menos de su edad y con la misma cara de alegría. Se despidieron con efusividad. Ella me contaba que a todos les había dado mucha pena que ella no continuara estos días que aún median para el inicio del cole. Me ha dicho de la niña "Es R. y nos hemos hecho amigas".
Desde hace algunos meses, en "el patio de mi casa", el lugar en el que H. pasa buena parte de las tardes si yo me quedo en casa, hay dos niños negros como de 8 y 5 años. Son hijos de una familia de Gambia. Entonce por suerte, desde hace unos meses, H. no es la única negra. Allí nunca ha tenido el más mínimo problema con serlo, todos la quieren y la buscan. Allí les veo jugar desde el balcón y a menudo puedo escuchar sus conversaciones. Vamos, una suerte de patio!
Esta tarde al ir a buscarla me ha dicho: "Espera mamá que tengo que llevar a I. a su casa" y me he dado cuenta entonces que estaba con ella y con dos o tres niñas más, la hija pequeña de la familia gambiana. La peque no creo que tenga tres añitos y ciertamente es una muñequita. Al volver, con los ojos llenos de brillo me decía..."se ha quedado llorando porque quería quedarse más tiempo conmigo". E inmediatamente: " Mamá! yo quiero una hermana!".
H. es una madraza, le encanta la idea de ser madre y sé que en estos minutos que la niña quedó a "su cargo", se ha sentido, el centro del Universo.
Al subir fuimos directo a la baño. Desnuda ya, se miraba en el espejo que tenemos de mampara. Antes de entrar a la ducha se gira y me dice con cara de alegría: "Mamá, a qué mola ser negrita".
Y yo pienso que sí, que mola mucho. Pero me mola mil veces más que ella misma comience a sentirlo....y no sólo a escucharlo...
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