jueves, 12 de septiembre de 2013

ESTAR DE VACACIONES...

Que bien se vive cuando tienes vacaciones. Una obviedad. O no.

Hasta este año, mis vacaciones siempre requerían no sólo de un cese de actividad, sino también de un cambio de paisaje. Desde que tengo memoria (y sueldos). Tener tiempo ha sido siempre, tener viajes. Irnos del paisaje cotidiano para reencontrar otros, para que entonces, realmente, con el cambio de escenario, la vida fuera otra.

Este año por diversas circunstancias no ha podido ser y buena parte de este período vacacional que aún disfruto (siempre me han gustado las vacaciones a destiempo), las tengo manteniéndonos en nuestra casa, en nuestra ciudad, sin hacer cosas especialmente diferentes salvo disfrutar del buen tiempo, que no nos acompaña siempre. Y ha estado bien.

Esta semana H. ya ha empezado sus clases. Sus rutinas cotidianas son aquellas que más nos ocupan el día a día, levantarse, ir al cole, comer, descansar-jugar, hacer deberes (sí señores sí, ya hemos empezado), jugar, ducharse, cenar y a la cama...A mi alrededor ya todos trabajan porque a finales de agosto se vuelve. Se vuelve, cuando yo he elegido irme.

Esta semana, estar de vacaciones ha resultado peculiar porque me permite ver lo que sería de mi vida, si yo no trabajara o no lo hiciera en todo el horario que lo hago. Me permite ver lo que me pierdo casi todo el año, sin querer decir, ni mucho menos, que quisiera que así fuera siempre. Necesito y quiero trabajar para otras cosas. Sin embargo al hacerlo me pierdo...

...dormir siete horas que es lo que recomiendan los médicos para garantizar un buen reposo. Duermo 5-6 y puedo funcionar bien (de hecho es de allí de donde estiramos el tiempo)...pero se nota la diferencia no al comienzo del día, sino al final. Al final del día cuando necesitas soltar el lastre que te acompaña siempre. Acurrucarte al lado de los amados o de los soñados y desconectar.

...acompañar a H. al cole a la hora en que entran la mayor parte o, incluso ahora, el resto de niños de su clase. Ahora hablo con las madres de los amigos de mi hija, saludo a sus hijos, bromeo con ellos. Preparo el futuro.

...Me pierdo el cocinar como me gusta, con ilusión, a fuego lento, comprando al día y sin prisas en las tiendas pequeñas, las del barrio. Y con ello sorprender a mi hija que agradecida me dice: Tu comida es más rica!. A poco que le ponga ya lo logro pero aún así ella debe quedarse en el comedor un día y el resto hacemos malabares para comer recién hecho y calentito.

...Lamento no tener la posibilidad de hacer las gestiones que todos necesitamos hacer (...y menos mal que existe Internet) sin pedir permiso en el trabajo.

...Me perido el cuidar mi hogar, ...pintar las gastadas paredes, limpiar las ventanas, cultivar plantas, arreglar el DVD, quedar con el fontanero, se convierten en las últimas prioridades en un día cargado de necesidades mas urgentes.

...Descarto el pasear por la ciudad, al menos hacerlo a destiempo (y por lo tanto con menos gente) que es como lo prefiero...

...Me pierdo la oportunidad de leer porque en otros momentos el casancio me puede.



...el hacer las cosas cuando quiero y sin mirar el reloj constantemente, el de pulsera o el interno.

...el ir a recoger a mi hija al cole cuando sale y pasar la tarde con ella jugando, supervisando su trabajo académico, educandola que para eso soy su madre

Lamento que H. sea la mayor víctima, no de mi falta de vacaciones, sino de la falta de sincronía entre su carga horaria y la mía (ella va 25 horas al cole y yo 35 a la oficina). Haz malabares para ocupar esas días, más los lleva y trae. Sin pareja/ sin abuelos/ sin familia al alcance de tu mano.

Miro esta vida con nostalgia y al mismo tiempo soy consciente de que mi realidad no es mala. Tengo amigos que valen tanto como una familia (y la vida me dan), tengo un trabajo que no sólo me aporta un sueldo digno sino que me gusta en lo humano y en lo profesional que allí comparto, tengo medidas de conciliación y flexibilidad que, a pesar de mi queja, me hacen la vida más fácil y tengo (tenemos) también salud...

Pienso en quienes no tienen nada de esto. En mis fortunas y mis ausencias, en las de todos los días del año, y en las de estos días...



Mañana acaban estos días de descanso. Como ya decía ayer: el futuro nos espera.


4 comentarios:

  1. Pues yo lo que más echo de menos es tener tiempo para pararme. Y pensar. Y saber. Y decidir qué quiero hacer con mi vida, más allá de ir encadenando trabajo - niños - intendencia - tiempo libre - ratitos para mí...

    http://madredemarte.wordpress.com/

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    1. Se trata de eso, de tener tiempo para vivir y decidir sopesadamente cómo hacerlo y, sobretodo, de tener margen para decidir entre varias opciones...hoy en día me parece casi una utopía. Confío en que no sea siempre así, mientras tanto seguiremos disfrutando de estos pequeños espacios que hacen contraste. Con ello te ayudan a no olvidar las cosas que te dejas en el camino y son un placer del que no tiene sentido prescindir. Habra que averiguar cómo llegar a ellas...y sobretodo saborearlas.

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  2. ¡Cómo me gustaBA mi trabajo¡ ahora en estos momentos me gustaría poder prescincidr de él y buscar nuevos caminos donde haya Tiempo.

    Y comparto muchos de tus placeres, como pasear por la ciudad a las mañanas sin prisa, con una vida que el horario laboral no te permite conocer.

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    1. Algunas cosas se refinen con la maternidad y otras siguen acompañandote el resto de la vida y cada vez les valoras más...

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