El Diccionario de la Academia dice:
.- Abuso o imposición en grado extraordinario de cualquier poder, fuerza
o superioridad.
Siempre egocentrico, se cree carismático |
Se me vienen a la mente muchos nombres cuando pienso en tiranía. Nombres
casi siempre de gobernantes, de jefes que no han sabido hacer honor a la
responsabilidad que se les concedió y asumieron. Personas que no supieron
entender que ellos existen por nosotros. Están allí para guiarnos en la búsqueda
de beneficios comunes que nos hagan crecer a todos. La historia ha sabido poner
a la mayoría en su sitio y yo realmente espero, aunque no confío, en que el
tirano que preside el hermoso país en el que nací, deje de estar a su cabeza.
Pues todos sabemos que su cabeza, no está bien. A lo largo de los años hemos
sido espectadores de cómo desde su poder ha abusado e impuesto todo tipo de
actuaciones que han empeorado significativamente el tesoro que teníamos como
país. Y de allí nos costará salir, pero habrá que empezar por hacer que salga
él.
También se de emociones tiranas. Los que somos intensos, sabemos que la
fuerza de ciertos estados al dominar nuestra voluntad, nos llevan a actuaciones
que con la perspectiva del tiempo nos resultan incomprensibles. La forma en que
amamos, la forma en que nos entregamos, la forma en que vamos cediendo espacios
en nombre de supuestos amores, compromisos o lealtades a veces escapa a la
capacidad de raciocinio de los más flexibles. Y da miedo.
Pero los tiranos, como en los cuentos de Hadas a veces están camuflados
tras la presencia de seres en principio indefensos. Como padres queremos lo
mejor para nuestros hijos evitándoles cualquier atisbo de sufrimiento,
mitigando y compensando todo aquel que
de forma inevitable se haya producido. Y así damos, sin pedir y lo que se ofrece primero, termina siendo
exigido después. No conscientes del esfuerzo de dar, solo piensan en su derecho
a recibir, con escasa autoconsciencia, desconocen la empatía y se vuelven insensibles
al valor de lo que les rodea.
Ciertamente nadie nace ejerciendo tiranía. La tiranía se aprende y la
enseñamos las víctimas. Victimas que no cuestionamos, no interrogamos, no
exigimos, no limitamos, no modelamos comportamientos. Víctimas que validamos
las primeras señales justificadas en argumentos que se basan en dar tiempo, en
tener paciencia, en ser comprensivos, en ir poco a poco. Víctimas dedicadas y
afectuosas, muy atentas a las necesidades del otro y poco dados a pensar en las
propias, victimas que creen en el valor del otro como igual y que explican,
justifican, consultan pero no exigen. Víctimas que intentan educar sin que
exista conflicto, frustración, límites externos.
Hay muchos buenos motivos para decir que no, que no más, que hasta aquí…y decirlo ayuda a construir sociedades mucho más justas y equilibradas. Y hacerlo es una responsabilidad de todos y se empieza por casa. Y a veces ayuda el no sentir culpa por hacerlo, y pensar no en lo que estamos quitando, sino al contrario, en lo mucho que les estamos dando.
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