sábado, 8 de septiembre de 2012

TIRANIA



El Diccionario de la Academia dice:
.- Abuso o imposición en grado extraordinario de cualquier poder, fuerza o superioridad.
.- Dominio excesivo que un afecto o pasión ejerce sobre la voluntad.

Siempre egocentrico, se cree carismático
Se me vienen a la mente muchos nombres cuando pienso en tiranía. Nombres casi siempre de gobernantes, de jefes que no han sabido hacer honor a la responsabilidad que se les concedió y asumieron. Personas que no supieron entender que ellos existen por nosotros. Están allí para guiarnos en la búsqueda de beneficios comunes que nos hagan crecer a todos. La historia ha sabido poner a la mayoría en su sitio y yo realmente espero, aunque no confío, en que el tirano que preside el hermoso país en el que nací, deje de estar a su cabeza. Pues todos sabemos que su cabeza, no está bien. A lo largo de los años hemos sido espectadores de cómo desde su poder ha abusado e impuesto todo tipo de actuaciones que han empeorado significativamente el tesoro que teníamos como país. Y de allí nos costará salir, pero habrá que empezar por hacer que salga él.

También se de emociones tiranas. Los que somos intensos, sabemos que la fuerza de ciertos estados al dominar nuestra voluntad, nos llevan a actuaciones que con la perspectiva del tiempo nos resultan incomprensibles. La forma en que amamos, la forma en que nos entregamos, la forma en que vamos cediendo espacios en nombre de supuestos amores, compromisos o lealtades a veces escapa a la capacidad de raciocinio de los más flexibles. Y da miedo.

Pero los tiranos, como en los cuentos de Hadas a veces están camuflados tras la presencia de seres en principio indefensos. Como padres queremos lo mejor para nuestros hijos evitándoles cualquier atisbo de sufrimiento, mitigando  y compensando todo aquel que de forma inevitable se haya producido. Y así damos, sin pedir  y lo que se ofrece primero, termina siendo exigido después. No conscientes del esfuerzo de dar, solo piensan en su derecho a recibir, con escasa autoconsciencia, desconocen la empatía y se vuelven insensibles al valor de lo que les rodea.

Ciertamente nadie nace ejerciendo tiranía. La tiranía se aprende y la enseñamos las víctimas. Victimas que no cuestionamos, no interrogamos, no exigimos, no limitamos, no modelamos comportamientos. Víctimas que validamos las primeras señales justificadas en argumentos que se basan en dar tiempo, en tener paciencia, en ser comprensivos, en ir poco a poco. Víctimas dedicadas y afectuosas, muy atentas a las necesidades del otro y poco dados a pensar en las propias, victimas que creen en el valor del otro como igual y que explican, justifican, consultan pero no exigen. Víctimas que intentan educar sin que exista conflicto, frustración, límites externos.  

Hay muchos buenos motivos para decir que no, que no más, que hasta aquí…y decirlo ayuda a construir sociedades mucho más justas y equilibradas. Y hacerlo es una responsabilidad de todos y se empieza por casa. Y a veces ayuda el no sentir culpa por hacerlo, y pensar no en lo que estamos quitando, sino al contrario, en lo mucho que les estamos dando. 
 

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