miércoles, 19 de septiembre de 2012

LA REALIDAD...


Decía mi amigo R. para mi desesperación personal: “La realidad es la realidad”

Ayer, camino a casa, tras el cole…


“Mamá, sabes que A. (un compañero de clase) ya no va al cole porque ha venido la policía y le ha quitado su casa porque no la pagaban. Ahora viven en la calle, y eso que tienen un bebé”

Dado que va a su clase desde hace cinco años, tengo alguna información sobre la familia de A. Puede que sean usuarios regulares de nuestros Servicios Sociales (padres en paro antes de que el paro colapsara este país, absentismo escolar, y en general, su apariencia y sus actitudes en las reuniones del cole...). Puede también que me equivoque. 


Quizás los padres de A. forman parte de esas estadísticas que viven quebrándonos la paz desde hace años y que cada día sientes más cerca, más frecuentes, más normales. Que terrible que lo normal sea lo frecuente. Para muestra un botón

He tenido que dar respuesta a una batería de angustias en relación al dinero que tenemos, si podremos pagar la casa, si la policía también vendrá a buscarnos a nosotros, si el bebé estará bien durmiendo en la calle.
 

He estado preguntándome si toda esta angustia colectiva (que buena base tiene) podemos mantenerla al margen de nuestros hijos, haciéndoles inmunes al dolor que supone. O si más bien, deberíamos dejarla pasar algo masticada ya, para que aprendan algo de las crueldades del mundo adulto –y le den valor a las virtudes de la niñez-; aprendan algo del valor de cada una de las cosas que tienen, materiales (casa, juguetes, libros…) e inmateriales (un hogar, afecto, salud,…) y que a veces creen les corresponden por derecho inalienable.  

No tengo una respuesta clara porque en la vida la angustia innecesaria está de sobra. Sólo sé que H. hoy ha llegado del cole muy contenta. Ha logrado arreglar un desperfecto de su mochila. “Ya no tenemos que comprar otra mamá!...que bueno que podemos ahorrar!”. 

Yo hay días que pienso lo mismo que Felipe. Y a veces es todos los días 



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