sábado, 15 de septiembre de 2012

RUTINA


Pregunta P. qué tal llevo la rutina de la semana. Esa en la que ha empezado el cole y, sin abuelos, vuelvo a tener horarios irremediables. Tiene razón en preguntar, el domingo tuvo que cargar con mi tristeza ante la inminencia del duro cambio de los buenos hábitos veraniegos.

Lo pienso. Inmediatamente sé que no es rutina lo que he sentido esta semana, al contrario, es “afán”, como dirían mis amigos colombianos. Hay días que envidio la soledad de P. Él trabaja sólo en su oficina –con su planta, que le hace compañía- pero no cambio este frenesí por esa soledad. Cuando estás con otros, cuando miras a otro y escuchas las historias que te narran, tu vida nunca es rutinaria. Porque no dejas de pensar y sentir con él o con ella. No dejas de repensarte.

Desde hace cinco años tengo otra viviendo conmigo 24h. Vaya diferencia. No me aburro insisto, aunque a ratos extrañe algo de soledad. H. me hace sentir y pensar mucho. Sí, aún más de lo que ya lo hacía solita. Y no era poco.

Trabajo en equipo y tengo suerte. Mi vida laboral está acompañada. Tengo compañía y contraste y eso es bueno y sano. Allí, ampliando la mirada, somos muchos más. Allí van a vernos otros muchos que esperan que podamos ayudarles. Es lo que tiene trabajar en una ONG, te da fama de bueno. Y eso terrible.

A lo largo de este mes estaremos al 50% por diversas, buenas y merecidas circunstancias, así que los que estamos recibimos el doble. El doble de historias. El doble de angustias. Y es imposible estar angustiado y aburrido por la rutina al mismo tiempo. P., de la rutina, ni rastro.

En momentos difíciles, y éstos lo son, siempre me pregunto cuánto dolor puedo recibir sin que surja el mío. Cuanta angustia, sin que desaparezca mi serenidad. Cuanta rabia, sin gritar las mías. Pero siempre, cuando parece que te vas a romper, aparece alguien y te alegra el día. O tu vas y buscas la alegría si has aprendido a cuidarte (es lo que tiene la experiencia). Estamos en Ferias en esta bella ciudad, sigue haciendo calor. Y eso me produce una alegría inmensa.


Entonces, en el trabajo y en la calle, ves una sonrisa, un logro, una decisión firme –aunque sea mala-. Ves el camino a seguir en ese campo minado que es la vida de los que vienen a vernos y te sientes útil. A veces, en aquello que vienen a pedirte. Otras, en aquello que vienen necesitando y no saben pedir. Alguien con quien compartir, que les escuche, les ayude a pensar, a priorizar, a decidir, a llorar, o a rabiar…Y hacer todo eso no es rutina.

Cuando anticipas lo peor, sólo pueden sucederte cosas buenas. Ha sido una buena semana.

P. siento mi tensión y mi tristeza. Yo no soy así, sólo que a veces me asusto. Y claro, está todo lo demás.



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