viernes, 19 de septiembre de 2014

INSTALADAS....

Tarde de viernes...saco la cuenta. Doce días...

Me sorprende que en doce días cambie tanto el paisaje, el de adentro y el de afuera...

Hace doce días yo estaba de vacaciones, con mi familia, al lado del mar, bajo un sol que calentaba; a ratos, incluso demasiado. Y, sobretodo, hace doce días yo tenía fuerzas para luchar con lo que fuera. Tenia tanta paz que sentía que podía con todo. 

En sólo doce días aquí estoy, haciendo equilibrios tras la tormenta. Yo como el tiempo. Otoñal

Sí, ya estamos instaladas...


Instaladas en el otoño, lo más evidente. He visto menos, mucho menos el sol. El viento y la lluvia se han apoderado de nuestros días. Ponte zapatos cerrados, saca las bufandas y las chaquetas. Ten a mano el paraguas, o mójate, que a veces también viene bien para refrescar el alma. Y las ideas...

Instaladas en el colegio, con malos pronósticos. H. ya me lo anuncia: "voy a suspender". A la profe que le ha tocado le preceden más comentarios en contra (y dicen que denuncias en la inspección de educación) que alabanzas que alguna también he oído. Y menos mal. Al parecer depende de "si te agarra manía o no", "si eres chica o chico" y otras lindezas que como criterios educativos me parecen "fantásticos". Así que será un año movidito, y cómo será largo, prefiero empezar las batallas con calma. Me consuelo pensando que esta era la opción "buena"..." porque al menos les enseña". En la otra clase el profesor es "un vago"... pero es simpático dicen los niños del año pasado. Maravilla de sistema educativo. Primera semana de clase: H. 1 - Profe 0. A pesar de algún detalle, yo lo celebro porque cuando H. piensa que algo está en contra de ella, la batalla es inmensa. Así que allí estaremos, dispuestos a poner a favor las subjetividades de la susodicha docente.


Instaladas en el trabajo, y ya dan ganas de salir corriendo. Esta semana he vivido una especie de tsunami laboral. Creo que para todos se han acabado las vacaciones al mismo tiempo. Y después de sacudirme la angustia y la tristeza, me sale la rabia que siempre es más operativa para visualizar soluciones. Hacer más porque las familias estén mejor, con soluciones duraderas, y que eso no nos lleve por delante a los que estamos en medio. Que reto. Para mi, no sólo es necesario, sino que se vuelve imprescindible. De la gestión que hagamos de esto dependerá el mundo en el que vivirá mi hija y las oportunidades que tenga. Y da susto. Pero compromete.

Instaladas, ¿cómo si no? en la búsqueda de la conciliación de un trabajo a jornada partida y el cuidado de una hija como madre monoparental, en una ciudad en la que no tengo redes familiares y la gran mayoría de los amigos (agradecidos estamos) tiene trabajo. Como cada año, aquí estamos sentados midiendo tiempos, encajando actividades, obligaciones, apetencias, compromisos. Lo hago con menos angustia que otros años pero enfrentando los cambios que nos vienen y explorando los retos que nos suponen, negociando opciones, calibrando la vida de los siguientes nueve meses. Sí, cada año escolar, es para mi un parto, en todos los sentidos...


A pesar de que hay ratos en los que quiero desinstalarme de todo esto, es también cierto, que la mayor parte de estos doce días he contemplado un hermoso amanecer. De esos que detienen mi mirada y me aprietan el corazón. Y es que a mí, cuando amanece bonito, me dan ganas de salir a comerme el mundo. Aunque a veces, en las tardes de lluvia, se me olvide...


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