sábado, 6 de abril de 2013

SOLA...

 ...así es como he estado en casa los últimos cuatro días. Sola en casa, desde que salía el sol hasta que lo volvía a hacer al amanecer siguiente. Sola. Vaya sensación más rara... y placentera. La extrañaba y la he disfrutado.

La bella etíope, ha estado de campamento. Es la primera vez en casi seis años que nos separamos por un período tan largo. Hubo otra ocasión pero ella estaba de vacaciones con los abuelos y yo me fui de vacaciones también, me fui acompañada y con plan, así que fue más difícil sentir su ausencia. Aunque también lo hice, pero de distinta manera.

Esta vez ha sido diferente, en mi vida todo seguía igual, salvo que ella no estaba. He tirado el reloj por la ventana, me he preguntado en cada momento qué me apetecía hacer, cuándo y con quién y he hecho eso mismo que deseaba sin pensar en nada más. 

Parte de lo que quería era buena compañía adulta, con gente adulta, con conversaciones adultas aunque fuera para reírnos como niños. He trabajado todo lo que debía ser y hasta el momento en que lo consideré oportuno, he ido al cine y he visto cine del que me gusta y emociona. He compartido cañas y pinchos en días de semana, he trasnochado y hasta me he levantado todo lo tarde posible para cumplir con lo inevitable. He cambiado de aires y me ha sentado fenomenal.


Cuando H. vino a vivir conmigo yo llevaba seis años viviendo sola y los nueve anteriores decidiendo mi cotidianidad sola puesto que aunque vivía con amigos, nuestras decisiones y acciones siempre estaban sujetas a una enorme libertad de elección.

Yo había disfrutado enormemente de ambas cosas, de esa soledad y de esas compañías. Sin embargo llegó un momento en que necesitaba otras y esa fue una de las razones que me llevó a la maternidad.

No tengo ninguna duda de que mi vida es mejor desde que mi hija y yo compartimos hogar, pero también soy consciente de que esa maternidad, en las condiciones en que elegí asumirla, tenía la complejidad de enfrentar en solitario un montón de retos de carácter práctico y cotidiano que, he llevado bien, incluso fenomenal, pero no sin coste añadido.

Poder prescindir de ese coste es algo que a ratos añoro. Echo de menos algunas cosas  de las que tengo que prescindir cotidianamente o de las que al menos no puedo disfrutar cuando deseo. Sin embargo no lo hago más que lo que echo de menos a H. cuando su ausencia se prolonga.

Se tratará entonces de encontrar siempre esos espacios en los que regalarse unos días de tregua Incluso creo que se tratará más que de eso,de encontrar tregua en la cotidianidad de los días. Y así es, porque H. crece y gana autonomía y vida propia, más allá de la mía y yo la veo crecer, a pasos agigantados, a veces tan niña, a ratos tan mayor. 
 
Bienvenida a casa. Tras unos días lo que ya echaba de menos, era
a ti.







4 comentarios:

  1. Los espacios y momentos, complicados de ubicar y mucho mas de explicar, pero absolutamente necesarios. Decian los abuelos, "no se puede tener aguan en las papas y sol en la era", yo creo que a veces si.
    Un placer leerte

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    1. ...es como toda tarea que conlleva esfuerzo, un arte. Requiere de inspiración y motivación. No me faltan ninguna de las dos aunque a veces falten fuerzas. Seguiremos los sabios consejos de quienes han vivido más, su saber, es un saber madurado. Para mi es un placer encontrarte.

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  2. "Se tratará entonces de encontrar siempre esos espacios en los que regalarse unos días de tregua Incluso creo que se tratará más que de eso,de encontrar tregua en la cotidianidad de los días". Sí... en eso andamos. Buscando el equilibrio, como siempre.

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    1. Arte o tarea nada fácil, pero quiero pensar que tampoco imposible. De esos imposibles que nos gustan a nosotras!

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