El viernes pasado fuimos a conocer a S. que nació hace un mes y medio. A los padres de S. no les vemos mucho pero es cierto que H. ha tenido la oportunidad de ver crecer la barriga de L, la madre de S. Conocerlo fuera de la barriga, es algo que todavía le maravilla y que, como no, alborota sus sentidos y sus pensamientos.
En este caso no sólo lo ha visto. Por suerte para H., el padre de S. es un valiente, que cree en el poder de la experiencia sobre el poder de la palabra. No tardó una hora en tomar a su hijo y ponerlo en el regazo de mi hija. A ella, inmediatamente le brillaron los ojos y se le hinchó el pecho de la emoción. Mientras, el resto de mujeres de la sala (madre, abuela y tías afectivas de S.) vigilábamos de cerca todos sus movimientos, no ocurriera la desgracia de que el niño se le cayera. Pero no, allí estuvo S., cómodo y sonriente. Y a su lado la bella H., hipnotizada.
En un momento dado de ese tiempo mágico, S. protestó y la reacción instintiva de mi hija fue acunarle, palmearle y mecerle suavemente, y ese gesto tan inmediato, provocó en todos nosotros una sonrisa, aplaudiendo su buen hacer como madre. Para tranquilidad de mi niña, S. respondió a sus cuidados y se quedó placidamente adormilado.
Así acabó nuestro domingo, frío muy frío, ventoso y lluvioso por fuera. Pero cálido, tremendamente cálido, por dentro. Rodeadas de amigos que entrelazamos orígenes distintos pero unidos en los azares de la vida que nos mezclan. Celebrando al recién llegado, tomando chocolate caliente especialmente traído de la tierra de su madre. Me gustan los domingos así.
Lunes y martes de carnaval, días festivos para los estudiantes pero laborables para sus padres, H. acude a un centro con niños de distintas edades en un proyecto gestionado por la institución en la que trabajo. Lo llamamos "El Canguro". Esa actividad se realiza en una sala anexa de las instalaciones en las que tenemos una Guardería. Así que lunes y martes H. estuvo compartiendo con niños de entre 3 y 10 años pero viendo también a los de 0 a 3 que están en la Guardería y las rutinas que giran en torno a ellos.
Léase, hemos tenido sobredosis de maternidad. Como no podía esperarse de otra manera, nada más llegar a casa empezaba a ejercer de madre con sus muñecas. En este caso, dos mellizas (son iguales pero regaladas por separado) negras y guapas, como la bella etíope que vive conmigo.
Ciertamente como madre me emociona verla ejerciendo de madre. Ver las cosas que se plantea en cuanto a embarazos, partos y familias; como asume la crianza de sus hijos, las preguntas que me hace y las respuestas que me da. Verla en ello me hizo recordar que antes de que tuviera el primer coche de paseo de muñecas, cuando aún llevaba muy poco tiempo aquí, cuando apenas hablaba, me pidió con señas que le atara la muñeca que hacía de hija, a su espalda. Mi instinto inicial fue colocarle el bebé en la parte delantera, sobre su pecho, pero ella lo rechazaba y lo colocaba detrás. En estos días esta imagen de El Armario de Yaivi un blog interesantísimo también ha hecho que viniera a mi memoria. Echadle un vistazo, desde distintos ámbitos ofrece mucha información que invita a la reflexión y a la emoción.
Para mi sorpresa, buscando imágenes de lo que pensaba era un privilegio africano me encontré con este blog . Está en inglés pero como las imágenes no tienen idioma, me sirven para darme cuenta de que esa necesidad emocional (de contacto piel con piel) y funcional (de tener dos manos libres para trabajar) no es exclusiva de África, y ni siquiera es actual. Mujeres (y sí, creo que sólo más recientemente hombres) de todos los lugares y todos los tiempos, han apostado por esta forma de sentir y compartir la vida y las emociones al lado de sus hijos e hijas. De cerca. De piel a piel. No en balde dicen que el roce hace el cariño. Disfrutenlas, que merece a pena. Y como muestra un botón...
Este blog es un regalo. Yo quería tenerlo y alguien que me quiere me lo regaló. Yo quería que mi casa tuviera ventanas y puertas y él me regaló una casa entera. El lo llenó de sol y yo de otoño. Todo tiene su momento. Este es el mío. No tiene un tema, solo tiene un fin aunque todavía no sé cuál es. Está aquí, es mi regalo. Cuidaré de él.
No sé si has leído "Bésame mucho", de Carlos González. Una de las cosas que aprendi allí es que los "raros" somos los occidentales: en casi todas las culturas del mundo (prácticamente en todos lados excepto en Europa y Estados Unidos) lo habitual es el colecho, la lactancia a demanda y el porteo en la espalda... Estas cosas que parece que son casi instintivas...
ResponderEliminarEfectivamente, y es más investidos de una falsa autoridad moral, nos largamos a dar discursos peyorativos a quienes defienden ese contacto de piel a piel prolongado. Les culpabilizamos en la mayoría de los casos por su "dependencia" o por fomentarla en los niños, cuando en realidad, con pocos matices, es una forma de darles la fortaleza emocional que tanta falta les hará en el futuro. A veces, más bien a menudo, es preciso dejarse llevar por los instintos!!
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