Los grandes logros implican siempre un ejercicio de
disciplina. Yo no lo soy, lo que pasa es que tengo buena estrella. Creo, sin
embargo, que hay un par de cosas importantes que irán bastante mejor si ganamos
disciplina. Vamos a marcarnos algunas reglas y compromisos. Disciplina en la
acción, disciplina en la reflexión, que se acercan tiempos difíciles. Difíciles
y estoy segura, interesantes.
Cuando hace unos meses un amigo me regaló este blog, que
como deseo llevaba mucho tiempo siendo una inquietud, sentí un enorme vértigo
que ha contribuido a llenar vuestros buzones de mi silencio. Esto, y el
facebook, que permite matar urgencias a bases de ciertas píldoras. Me
preguntaba de qué iba a escribir, como si a partir de entonces fuera necesario
el tener que…
Antes escribía cuando quería y a partir de entonces parecía que había que escribir porque tenía un blog… así que he estado guardando silencio pero creo que vuelve a ser necesario hablar. Y uno debe hablar de lo que quiere y sobretodo de lo que le gusta así que al final he ido llegando a ese cierto contexto que necesito y me gustaría comenzar a hacer esto de forma metódica. No en cómo llega a mí, que eso es siempre mucho más a azaroso, sino en cómo sale afuera. Que no importa que vayamos tarde porque siempre, como dice la canción, llegaremos a tiempo.
Pienso que “por disciplina” mejor nos ponemos un ritmo. Hace
meses escribía que los domingos por la tarde –o por la noche- era cuando empezaban
mis semanas. Pues así será. Empezaremos con esto y empezaremos bien.
Y dado que al final la mayor parte de los caminos que
recorro desde siempre sólo van y vienen de dos lugares, serán esos mis lugares
de encuentro.
Uno, la idea de cuál es nuestro lugar en el mundo y todo lo que
esta pregunta supone.
Otro, las familias, y la forma en que las construimos
desde lo biológico y lo emocional.
Y, como no, y es así como llegamos a este
punto, en la necesaria disciplina y compromiso que ambas búsquedas suponen.
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