lunes, 23 de abril de 2012

PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS...

Yo siempre defendí las palabras de más, pero el tiempo me ha ayudado a valorar las palabras menos. Creo que es importante valorar el silencio como reflexión. No como cobardía, sino como tiempo de espera. Un tiempo de espera que a veces es una palabra inoportuna que no se dice, un juicio injusto que no se emite, una palabra malsonante que no hace daño y eso, también está bien; incluso muy bien. Confundimos a veces y a ratos, las palabras no meditadas y escupidas al exterior con la sinceridad, con la comunicación, el posicionamiento personal, cueste lo que cueste al otro. Yo creo que a estas alturas no vale todo. Y además no vale usarlo en nombre de lo que debe ser conocido, sea una realidad (más bien una perspectiva), o una opinión, así sin más. Vale la reflexión.

Creo en el silencio como una invitación a evitar un mal innecesario, como un tiempo de hacer análisis y construir argumentos. Y creo en las palabras como la fuente de alivio de muchos malentendidos, de muchos desacuerdos, de muchos juicios inmaduros que han de crecer en lo interpersonal. Vivimos en tiempos en los que se hace necesario gritar, pero más vale que al hacerlo lo hagamos no solo para llamar la atención, sino también para invitar al otro a la construcción de los bienes comunes.

Camino entre las palabras y el silencio callado y cómplice que las magnifica. Y eso me entristece y esta primavera incierta y estos tiempos inciertos no ayudan mucho a construir la certeza de saber hasta donde llega la razón de cada quien. Tiempo de espera.

E. me enseñó hace años el valor de las palabras en la psicoterapia: Decía ella: escriban "Ay mi amor, así no podemos seguir" y ahora léanla, primero completa y luego repitanla, en cada ocasión omitan la última palabra. Cada palabra cuenta y tiene un efecto. Ténganlo presente. 


* La imagen es de aquí

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