martes, 15 de julio de 2014

MIEDOS RAZONABLES...

El verano anterior a encontrame con mi hija me fui de vacaciones a Turquía. En Estambul me encontré con E., una de esas amigas que uno cuenta con los dedos de las manos. Tanto vivimos juntas que ya no hace falta vivirse, para sentirse a la perfección. Que delicia de complicidad.

Dentro de ese viaje, considerando las opciones que tenía, decidí irme tres días a Capadocia, un viaje que gestioné por mi cuenta. Y allí me fui, sin apenas hablar inglés y sin la menor consciencia de ningún mal. Como en los mejores momentos de mi vida, estaba a rebosar de fortalezas. Disfruté de Capadocia a la que volvería muchas veces más, pero recuerdo ese viaje de manera trascendental también por una sensación que nunca antes había tenido.

De repente allí, en un "hotel con encanto", sola y lejos de todo,  pensé: no hay nadie en el mundo que sepa donde estoy, si me pasa algo, si no vuelvo en el tiempo previsto, nadie sabe dónde empezar a buscarme. Y eso me pareció una negligencia. Yo hasta en las circunstancias más peligrosas y deshonrosas, siempre lo he dicho, además literalmente: "Si me muero, quiero que sepas donde ir a buscarme". Todo, claro está, para gran angustia de mi madre.

Antes de que transcurriera un año, como estaba previsto H. llegó a mi vida. Desde entonces me preocupa lo que me pasa, tanto como me preocupa lo que le pase a ella. Me cuido más, soy más prudente. Simplemente no quiero llevármela en la caída.

El año pasado cuando H. se fue de campamento por primera vez tras un par de días pensé: ninguna persona de mi entorno, sabe dónde está exactamente, quién es el responsable directo de la actividad, su teléfono de contacto o simplemente a qué hora llega  y en qué lugar hay que recogerla. Decidí darle esa información a alguien por si me pasaba algo que me impidiera estar consciente para decirlo en caso de necesidad. Pensaba yo, desde mi inquietud, que si yo faltaba quería que H. tuviera al llegar un rostro amigo y no el vacío. No pienso en grandes dramas, solo hablo de la imposibilidad de ocuparte de lo que son tus responsabilidades por circunstancias que a veces no eres capaz de prever, de evitar....Que mortales somos todos.

He vuelto a tener esa sensación más veces y la he subsanado dando información y explicando lo que motiva mi necesidad. Enseguida salta el comentario sobre el hecho de que no va a pasarme nada y las risas por lo que consideran parte de mis excentricidades. Que a veces, todo hay que decirlo, yo utilizo como introducción al por qué de las cosas. Tengo la sensación de que a veces no me toman en serio y, sin embargo, lo es.

Hace unos días me escribía uno de esos amigos a los que le doy la información y la minimiza en su trascendencia. Se ha ido de vacaciones con su pareja, como todos los años, y como algunas otras veces, esta vez tocaba irse muy lejos. Su mensaje sin embargo, no me avisaba de eso que ya sabía. 

Su mensaje decía: "Te reirás de mi, pero si llegara a pasarnos algo... es importante que alguien tenga esta información. Con este nivel de detalle no la maneja nadie de nuestro entorno". Te nombro entonces, nuestra informal albacea.

La carta seguía con cuatro párrafos de datos importantes, de carácter práctico, de inmensa utilidad en caso necesario y de graves efectos en caso de desconocerla.  Como le decía, "...la usaré en caso necesario, que espero sea dentro de veinte años, compartiendo risas con nuestras hijas, la mía ya en casa, las de ellos por llegar. Y es que los hijos comprometen y trascienden, nos vuelven frágiles frente a nuestra propia fragilidad. Nos generan miedos bastante razonables.
 
Pero también a veces, quizás por la misma razón, nos hacen fuertes y nos obligan a crecer y aprender mucho más allá de los límites que creíamos tener. Me reitero, nos hacen mejores.


2 comentarios:

  1. A las buenas;

    Leyéndote me has hecho pensar en la de veces que he estado perdido en algún lugar, muchas, sin que nadie lo supiera o o que es peor, con mi entorno pensando que estoy en otro lugar. Avatares de la vida. Nunca lo había visto así la verdad, supongo que mi tremenda inconsciencia y mi afán por dejarme llevar, me hace alterar la realidad. Me has hecho pensar sobre descendencia y ascendencia. Gracias

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    1. A veces intentamos tranquilizar: "Estaré bien, no te preocupes"... Y así es la mayoría de las veces, casi siempre. Tenemos un amigo común a quien tardaron más horas de las necesarias en localizar cuando su abuela falleció. Una mujer a la que amaba y de la que se despidió sin saberlo desde la cima de una montaña. A veces también nos interesa que nos localicen por lo que les puede pasar a otros. Lo que más me gusta de la vida, son los matices...

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