miércoles, 25 de junio de 2014

NECESIDAD...

Hay cosas que son un deseo y otras que son una necesidad.

Necesitaba tiempo. Necesitaba tiempo para estar sola.

Necesitaba tiempo para estar sola en silencio.

Tiempo mio, sin otra ambición que perderlo, gastarlo o invertirlo... en no hacer nada, en no ver a nadie. 

Tiempo de estar sola y cuidarme el cuerpo al mismo tiempo que cuidarme el alma.

Cuanto ruido siento alrededor. Bulla, mucha bulla. Demasiada después de tanto tiempo.

Desde hace un mes tengo las tardes libres y eso me hace feliz. Desde hace un mes acabaron las extraescolares de las tardes. Eso nos hace felices a las dos.

Desde hace un mes H. y yo compartimos tiempo, perdiéndolo. Jugamos más, conversamos más, paseamos más, incluso trasnochamos más. Es decir, ganamos mucho en calidad de relación. Y sonreímos, sonreímos mucho más, todo parece más ligero y fluye. Suena tan bien pensando en que tenemos todo el verano por delante.

Pero además, desde hace unos días, estoy sola en casa.  Me levanto sabiendo que el ritmo que seguiré será el mio y no el compartido. Y por lo tanto lo gestiono mejor. Depende de mí, me conozco y me entiendo. Me regulo. Con H. cada día está todo por explorar, por compensar, con obligación de regular. Atender a sus necesidades y a las mías. Un aprendizaje y un reto diario. Algunas veces agotador. No en sí mismo, que para eso estamos, sino sumado a todos los demás.

H. es un libro abierto, una niña que habla mucho, cuenta todo. Que dure...H. habla sobretodo de lo que le emociona, y eso da gusto escucharlo. Y de lo que no funciona que para ella es mucho también. 

Desde mi punto de vista tiene un don especial para la queja. Para ver lo que no funciona de cualquier cosa. H. ve el punto negro de la tela blanca, el vaso medio vacío. Las espinas de las rosas, y la única nube del cielo radiante. Así, cada día desde que amanece hasta que anochece, yo al lado de ella, reconociendo y validando quejas, señalando gozos. Lamentando lo que no funciona y pensando a ver qué hacemos con lo que nos sirve aún. Viendo el punto negro como una línea que se está abrazando (la idea no es mía). Y el liquido que falta como la fortuna de alguien que tenía sed y tuvo algo que beber. Yo a su lado jugando con los pétalos de las rosas (las naranjas mis preferidas) y observando las espinas que las cuidan para que con delicadeza podamos poner nuestros dedos en su tallo lentamente, sin dañarlas, sin dañarnos. La tregua agradecida que nos da la sombra de una nube y la certeza de que será temporal para que el sol siga brillando y nos caliente nuevamente. Todo apenas perceptible, sutil, que si no se ofende...

La dejo en el cole y voy al trabajo. Allí lo mismo, donde otros venden miserias e impotencia, tengo que ayudarles a ver posibilidades y esperanza; donde me hablan de sus carencias les reflejo sus posibilidades, donde ellos ausencia yo la búsqueda.

Estoy muy cansada. Y el cuerpo se queja y no me ayuda. 

Por eso estos días los vivo como una oportunidad, atiendo únicamente mis necesidades. Me desintoxico. Es justo pero sobretodo es necesario. Queda mucho por hacer.





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