miércoles, 26 de diciembre de 2012

UN PASO ADELANTE

Tratadme como un ser excepcional, y lo seré. Sí señor.

Tras muchos temores por los posibles retos que suponía pasar a 3ro de primaria; tras múltiples, en este caso “terrores”,  que inspiraban los candidatos a profesor tutor; la suerte y la vida nos hicieron un regalo: nos encontrarnos a R. dándonos la bienvenida el primer día de clase.

R. tiene, como media, 15 años menos que el resto de la plantilla de profesores de la escuela pública a la que va H. La edad no es imprescindible, pero ayuda a tener ganas. Y ella las tiene. El primer día, no sabíamos lo que ella sería, pero ese desconocimiento ya era una buena noticia frente a las fantasías que nos acompañaron todo el verano.

Durante días escuché a H. alabar a su nueva profesora y tras la primera reunión confirmé que ese desconocimiento se estaba llenando de cosas buenas. La escuché hablar de nuestros hijos y no pude más que sonreír.  Nos habló de sus defectos pero sobretodo les elogió y alabó tanto, que me preguntaba si eran los mismos niños que el curso anterior. Su maestra de entonces no dejó de hablar mal de ellos en dos años.  

Personalmente, me gusta que me señalen mis errores. Sin embargo, con la misma agudeza que espero identifiquen y me hablen de éstos para poder corregirlos; deseo que me señalen las cosas buenas que tengo y de las que puedo echar mano para superarlos. Cuando alguien sólo es capaz de hablar de tu parte mala, a mi me parece una persona de alma pobre y peor espíritu. Y a esos, hay que silenciarlos o cuanto menos, mantenernos alejados. Más lejos si del sistema educativo hablamos.

Pero no, tenemos a R. Tenemos la enorme alegría de tener a R. Tras dos años de desencanto académico, nunca he visto a mi hija tan motivada por el aprendizaje. Es cierto que ha sido agotador porque la cantidad de deberes nos ha superado muchos días, pero en ningún momento la he visto renegar de su profe o de sus propias capacidades. Sólo ha estado cansada -mejor hago el plural-, pero nunca he sentido que tuviera falta de ganas.

La reflexión que motiva estas líneas tiene que ver con un comentario reiterado que me hace sonreír: “Mamá, R. nos ha dicho que somos tan listos que ha tenido que enseñarnos unas cosas de 4to. Y ya las hemos aprendido! Sabes? 4to. va a ser mucho más fácil”. Tendremos un verano optimista.

Y pensar en eso me hace recordar a todos los que vieron cuánto habíamos conseguido, y lo celebraron con nosotros. En los que aprendieron de nuestras fortalezas para amortiguar nuestras debilidades y animarnos a superarlas. En todos los que creyeron que podíamos dar más y nos lo pidieron. En todos los que nos motivaron para esforzarnos e ir más allá de lo mucho que ya habíamos logrado. 

Pienso en R. y el bien que le está haciendo a mi hija a fuerza de afecto y exigencia. Vamos a tener que seguir dando las gracias. Las GRACIAS en mayúsculas porque ésto no es algo anecdótico son las bases de la autoestima de mi hija. Y no puedo trabajarlas sola y únicamente desde este lado del espejo.

GRACIAS R. que afortunados son tus alumnos. Y nosotros, sus madres y padres.  

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