lunes, 3 de agosto de 2015

ELLA

Literalmente no fue ella quien la colocó en mis brazos. Pero yo sí siento ese hilo que desde sus brazos la llevo a los mios.

Hoy hace ocho años que abracé a mi hija por primera vez. Pienso a veces en aquel día, pero cuando esos recuerdos llegan el día del aniversario, pienso más en ella. En su madre etíope. En su madre que lo es, y que al mismo tiempo no pudo serlo.

Pensarla me hace evocar hoy el día de mi cumpleaños. Al salir al cole el amanecer parecía de cuentos. H. emocionada me dice Mira mamá!!! parece que ahí está Dios!!. Le dije, es mi cumpleaños, desde el cielo me están regalando este hermoso amanecer...

Seguro son los abuelos que de esta forma te dicen Feliz Cumpleaños. Contestó. Y también estará mi madre etíope para felicitarte.


La miro y sonrío. ¿Cómo si no?.


Los padres adoptivos tenemos que trabajar nuestro propio vínculo con la familia de origen de nuestros hijos porque al hacerlo -y no es casi nunca una tarea fácil- estamos enseñando a nuestros hijos a integrar esas dos realidades que de alguna forma dan continuidad y fluidez a la historia de vida que les acompaña.


La búsqueda de los orígenes, esos pasos que una persona adoptada o su familia adoptiva emprenden para retomar contacto con su pasado pre-adoptivo son un pilar importante sobre en el que se asentará la base de su identidad personal, de su satisfacción personal. De su felicidad.

A veces sólo se desea tener certezas sobre la identidad de los padres biológicos, otras más bien se desea (y a veces únicamente) obtener informaciones generales sobre el pasado y sus referentes (a veces sin necesidad de identificar a una persona en concreto). Saber sobre las circunstancias, decisiones y azares que les han llevado de una familia a la otra.

Siguen sin ser mayoría las familias en las que el origen, los orígenes de la vida de sus hijos o hijas y sus circunstancias inmediatamente posteriores, son abordados con naturalidad, ayudando a poner palabras a lo que se conoce o a lo que se intuye que pudo haber pasado, incluso a lo desconocido, para permitir completar el puzzle, construir la historia, y si fuera el caso, acompañar en el dolor, siempre sumando afectos que son los que posibilitan la sanación. 

Se fantasea con la idea de que las heridas sanan si no se tocan, olvidando que a veces esas heridas, si no se limpian y curan, explorándolas, pueden dar origen a una infección. Es decir, a un daño mayor. No es fácil curar heridas pero seguro que todos coincidimos en que no por difícil es recomendable dejar de hacerlo


Me alegra que podamos nombrar a la madre de H. que ella pueda entenderla (a fecha de hoy) como un personaje integrado en la narrativa de nuestras vidas. Que imagine que me regala cosas, que me pida que le cuente historias de lo que yo creo o se que pasó. 

Hablamos a veces, sí. No siempre lo hacemos en el mismo tono afectivo pero me siento segura al acompañarla en su dolor, que muchas veces se vuelve mio; sin miedo a la historia que dio origen a "nuestra" historia. Me alegro de sonreirle a lo que sabemos y de ser prudentes con lo que desconocemos. Me alegra caminar despacio aprendiendo del camino.

El amor es para mi un sentimiento incondicional. Y amo todo lo que eres pero también todo lo que eras antes de que llegaras a mi. Le tengo un profundo respeto. Y también una enorme gratitud. 

Nadie dijo que fuera fácil pero estoy segura de que vale la pena.

 



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